POEMANÍA
la manía del poema…
Hoja literaria de aparición virtual
Nº 78/2007
“La poesía es el refugio de la interpersonalidad
en un planeta que vibra bajo las descargas
de los medios masivos de comunicación...”
Alcides Grau
Poeta invitado: CARLOS PENELAS (*)
Trémolo de la sombra
¿Qué se ha hecho de las almas grandes y tiernas?
Nietszche
Mi padre buscaba amparo en la quietud,
en el arpegio de la melancolía.
Cuando cobijaba la rosa ardida de rubor
el corazón de mi padre soñaba con una aurora.
Y su voz reclamaba la penumbra del alma,
tan bella como el mar o la fragua.
Confiaba su mirar al bosque de su infancia,
al constelado cielo que invade los recuerdos,
a los libros de la noche y del hábito.
Y su empuje furioso de latidos y bueyes,
en palidez incierta.
Cuando la soledad se hizo vidente
mi padre asomaba cierto pudor.
Un día invocó el instinto, la luz furtiva de la nada.
Ahora, como un aire nonato me visita.
Regresa con su sombrero gris,
con sus ojos de océano, invisible.
Es un padre que cavila
la sobriedad, la ternura, el fervor de los nietos.
Su palabra vela desde las crines de la pampa.
Llega para invocar el pulso,
el hirsuto monte sobre el viento.
Lo saludo junto a un ciprés que recobra la tarde.
La resurrección es devoción y bruma
sobre los ejidos del exilio.
De "El aire y la hierba" (2004)
Aldea
Hay sepulturas horadadas en la piedra.
Y una espadaña que es extraña en la tierra.
Hubo batallas, nobles y normandos.
Hubo tégulas, molinos de mano.
Y mitos y hembras y dioses paganos.
Canes pétreos sostienen el alero
de las ruinas de un cenobio.
Aquí un hombre decidió su exilio
por la hambruna.
Ausencia
Preciso es que te bese dormida.
Que descienda la noche en el engaño.
Que hablemos del desván,
de mi pobreza, de mi fluvial nostalgia.
Dulce mía, es necesario amar
desde el silencio.
Y de súbito el miedo,
la oscuridad, el sueño inútil.
Y tu blusa ondulante
sobre la silla azul.
Galatea
Soy tu caballero de los ojos cerrados.
Sin lanza, sin espada, sin escudo.
Te traigo mi coraza y mi cansancio.
La medieval herrumbre del camino.
Soy parte del destierro,
un terciopelo oscuro, destrozado.
Y una carta que araña mi cintura.
De "Desobediencia de la aurora" (2000)
¿Oyes estas voces?
¿Oyes estas voces cansadas de infinitud,
de materia, de condenas e injurias?
(¿Estas voces quiméricas de luz,
de asombro, de trasamor ingrávido?)
Ungida está la copa
en este mísero sueño de la noche;
lleva la caricia de la amante,
la sensualidad de los altares desvalidos
la nupcial fragilidad de la pasión.
Fluye la hembra como una sacerdotisa
en su sombra. Este es el lecho del llanto
y del placer, el de la rosa única
que profetiza el abandono.
La que invoca el salvaje alimento
para resucitar los rituales de este prisionero.
Amo los viejos muebles
Amo los viejos muebles,
las manos antiguas que identifican
la intimidad del hogar.
Junto a la lámpara que descubre el poema
los dioses soplan y consuelan mi espíritu.
Una mujer me guía, me acompaña.
Los recupera del tiempo, los protege,
descubre el alma que habita la belleza.
Crea sitios mágicos en esta constelación
de libros, retratos y talismanes únicos.
Hay una liturgia, sutiles ritos.
Como una cripta en la iniciación
este sillón trasciende mi destino.
De "Elogio a la rosa de Berceo" (2002)
Ensueño
Ensueño. No vigilia. Ensueño.
Voz cercana, protectora.
Imagen de la imagen.
Cálida, fulgurante.
No apariencia. Cabellera
y susurro en la noche.
Distraída, sutil, evocadora.
Trasveo en tus ojos
Trasveo en tus ojos. Tu mirar
regresa recogiendo el estío.
Una melancolía celta
consumida en el alma.
Así te gozo. Sin que sepas
del mundo,
del trasamor vencido
por donde entremiro impávido.
Te descubro distante.
Imagino entre noches
el hechizo que aventa
los cabellos. Esencia errátil
tu mirar. Húmeda, oculta.
Te escapas de mis brazos.
Cedida.
De "Guiomar / Cantiga" (1996)
Los relojes
Recién ahora son visibles los relojes,
las flores azures de la fatalidad,
la demencia. La ferocidad del odio,
el abismo. Tarde descubrimos
lo absurdo del ensueño,
las cartas de amor, el abandono
de una alcoba alucinada.
Y la furtiva presencia del mar
en las estrellas.
De "La muerte y la rosa" (inédito)
Vals noble
Te llevo en el corazón.
No te detengas.
Con los labios te llamo
hasta perderte. Te deseo
desde el primer momento.
Te conquisto, te espero.
Me acongojo. Desde el amor
te miro. Desde el recuerdo
que es frágil como lo eterno.
Te busco en el azar, en las nubes,
en mi hombro.
Te pierdo para siempre.
Te busco ardiente, tempestuoso.
Sueño el cuerpo trémulo
de aliento. Me revelas pasión
en el querer, en el desmayo.
De "Valses poéticos" (1999)
(*) Carlos Penelas: nació en Buenos Aires (Argentina) en 1946. Es poeta, escritor, conferencista. Estudió en el Profesorado en Letras Mariano Acosta y en la Facultad de Filosofía y Letras (UBA). Dictó conferencias en Europa y Latinoamérica. Colaboró con diarios y revistas de la Argentina y del extranjero. Publicó más de treinta libros de poesía y prosa. Algunos de sus títulos en poesía son: “La gaviota blindada y otros poemas” (1975), “Finisterre” (1985), “El mirador de Espenuca” (1995) y “Posada del río” (2005). Ha publicado numerosas plaquetas con ilustraciones de Demetrio Urruchúa, Ponciano Cárdenas, Ricardo Carpani, Pérez Célis, Juan Manuel Sánchez, entre otros. En prosa, “Conversaciones con Luis Franco” (1978 y segunda edición ampliada, 1991), “Los gallegos anarquistas en la Argentina” (1996 y 1999), “Diario interior de René Favaloro” (2003) y “Cuaderno del Príncipe de Espenuca” (2004). Figura en antologías de la Argentina, España, Italia, China y Estados Unidos. Opinaron elogiosamente de su obra, entre otros, Luis Franco, Raúl González Tuñón, David Viñas, Ernesto Sábato, Juan L. Ortiz, Osvaldo Bayer, María Elena Walsh, Giuseppe Bellini, Thorpe Running, Eduardo Blanco Amor, Lily Litvak, Frank Dauster, Ricardo E. Molinari, Héctor Ciocchini, Hugo Cowes y Xesús Alonso Montero, entre otros. Su dirección en la web: www.carlospenelas.8k.com.
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