POEMANÍA
la manía del poema…
Hoja literaria de aparición virtual
Nº 196/2009
“La poesía es una suerte de oasis
que nos asocia a un mundo distinto…”
Rubén Balseiro
Poeta invitado: JUAN JOSÉ HERNÁNDEZ (*)
COMO JONÁS
Sí, en el oscuro vientre
de la ballena,
también yo, en este mundo
tragado por el tiempo:
carne y sueño que no elegí
(Jonás tampoco a su ballena)
con el temor de ser devuelto un día
al perdón, esa nada perdurable.
EL AUSENTE
El verano es propicio
para volver a la amistad del padre,
a su pecho de palomo ardoroso
que en la siesta enronquece.
A veces lo recuerdo
agitando su cimera de crines
en el día vibrante de racimos y flechas.
¡Volver, y que otra vez maduren
las viñas de su fiesta!
Pero el padre es ahora una ausencia:
palomar sin arrullo, seco laurel
de herrumbre en la casa desierta.
LUGONES
Si para usted su cuerpo
era vaina de una espada.
Si como Tirteo, el espartano,
creía en la suprema dignidad
de morir combatiendo por la patria.
Si admiraba el cintarazo viril
de la voz de mando, el olor a caballo,
a sudor y sangre salobre de la guerra.
Si tenía, en fin, la convicción de haber nacido
águila soberana y no doméstica gallina,
convengamos, entonces, que suicidarse
con cianuro en un recreo de El Tigre
fue un acto deslucido, en modo alguno épico,
para su afán de glorias y fastos militares.
Más coherente en nuestros días, Mishima,
decapitado por su amante en un cuartel
luego de abrirse el vientre y ofrecer sus tripas
al milenario Imperio de la Aurora.
ÚLTIMO POEMA A LA NOCHE
A tu reino quimérico
de lunas imposibles
y columnas tronchadas
vuelvo ¡oh noche!,
con una flor de suaves quemaduras
y un pecho desvelado
donde el silencio agita sus pálidas alarmas.
Maternal y piadosa:
¿quién no trae a tus puertos
alguna dicha oscura, una costumbre
apenas confesada?
Hay estatuas sin rostro
y trofeos prohibidos
en las esquina donde el desterrado
mendiga su ración de vergüenza y espanto.
¿Alabaré tus dones de tinieblas,
el ácido esplendor de aromas y residuos,
las impuras banderas levantadas
junto a las secas fuentes de la sangre?
¡Oh lanzas del deseo, fervorosas!
Golpea este laurel de grave herrumbre
y que escape el piafante caballo enardecido.
Alguien llama desnudo
desde tus apagados, lentos puertos.
Nadie venció esta furia de brillante castigo.
EL GALLO
Por la siesta erizada
un gallo vuela.
Un gallo,
claridad cautivada,
diurna espuela.
¡Ya sube,
ya ilumina su cresta
ya se dora!
Por la siesta
-móvil punta de sol,
dulce espuma-
un incendio de plumas
me enamora.
PINTURA POMPEYANA
Luz de verano: en el atrio
del templo de Afrodita
las palomas arrullan y se acoplan
en fugaces y dulces paroxismos.
Los jóvenes centauros retozan en el río
y sobre Dánae, con pausados gemidos,
Dios llueve su simiente de oro.
MOLINO
Casi no quedan rastros
de amarillo
en la piel de esa banana
demasiado madura
en la frutera del aparador.
La macilenta banana
y su mortaja de moscas
pertinaces,
como los nevados cabellos
y el negro diente de Elisa
(fané y descangayada)
en el admonitorio verso
de fray Luis e León,
ejemplifican nuestro común destino:
la caída en el tiempo,
ese feroz molino
que a todos sin distingo degrada y aniquila.
LOS GRANDES PADRES
Yo los he visto entrar airosos en la claridad
más fuerte.
Altos guerreros, tiernos padres del júbilo
con sus pechos sonoros y banderas.
Venían devorando
todo el fervor quemado de las brevas.
Ellos, los grandes padres hacedores del día,
maduraron las viñas de mi fiesta.
¡Los vi radiantes en la luz hermosa!
Se paseaban solemnes por las playas del mito.
Sus cuerpos bajo el ocio de los soles antiguos.
¿Quién no amó las praderas de sus rostros dichosos,
la flauta comenzada de la mañana fina,
el vivísimo salto de un pájaro fragante?
¡Hogueras y laureles! El tiempo
ha desgajado sus muslos melodiosos.
Y sin embargo vuelven a recorrer la sangre,
agitan estandartes en las nucas calientes de los gallos
mientras un ciego triunfo multiplica formas de orgullo,
de castigo.
¡Inocencia y delirio para la luminosa fábula del vino!
(*) Juan José Hernández: nació en San Miguel de Tucumán (provincia de Tucumán, Argentina) en 1931. Es autor de los libros de poemas "Negada permanencia y La siesta y la naranja" (poesía, Botella al mar, 1952), “Elegía, naturaleza y la garza”, “Otro verano” (poesía, Editorial Sudamericana, 1966); "Claridad vencida" (poesía, Burnichon Editor, 1957), "Desideratum. Obra poética" (poesía, Adriana Hidalgo Editora, Buenos Aires, 2001) y "Escritos Irreberentes" (poesía, Adriana Hidalgo Editora, Buenos Aires, 2003). Publicó también los libros de cuentos "La señorita estrella" (Centro Editor de América Latina, 1992); “La Favorita” (Monte Ávila editores, 1977) y "Así es mamá" (Seis Barral, 1996) y la novela "La ciudad de los sueños" (Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1971, Adriana Hidalgo Editora, Buenos Aires, 2004). Recibió el Premio Municipal de Narrativa (1965), la Beca Guggenheim (1969) y el Premio Konex (1984). Traductor de Paul Verlaine (Poemas eróticos y Las amigas) y de Tennessee Williams (En el invierno de las ciudades), Hernández, fue asimismo becario del Fondo Nacional de las Artes y de la Casa de los Escritores y Traductores de Saint Nazaire, Francia. Colaboró en los diarios La Nación, Clarín y La Gaceta de Tucumán; y en las revistas Diario de Poesía, Fénix y Proa. Falleció en 2007, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
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