viernes, 26 de febrero de 2010

Poemanía Nº 188 - Enrique Butti

POEMANÍA



la manía del poema…

Hoja literaria de aparición virtual

Nº 188/2009





“El poema es un racimo de imágenes…”

Gastón Bachelard









Poeta invitado: ENRIQUE BUTTI (*)









Caperucita Roja despide

los despojos del Lobo Feroz


“Rerum annihilatio”

Hobbes





Nunca nunca me resignaré
Madre Lobo
al Paraíso Perdido de tu vientre
abuelita y yo
en tu seno generoso.

Madre Lobo
te entregaste a
flores y mieles
para alimentarnos.

La cofia y el camisón de abuelita
ya no los usabas por astucia
sino por felicidad
de encinto.

Tejías, te preparabas tisanas,
te hamacabas mirando el atardecer
te arrebujabas
junto al fuego.

Oh, tirano, quédate un poco quieto
te ordenábamos
abuelita y yo
entre risitas.

Abrazadas
hablábamos como siamesas.

Madre Lobo
que empollabas
la representación de nuestro mundo
fantasma de la oscuridad,
nuestra filosofía de la caverna.

Tirano, no creas a tus ojos
sino al doble seso
de tu estómago.

Dábamos pataditas,
te oíamos gruñir
dulcemente.

El lobo es la mujer
de las mujeres,
te complacía escucharnos
sentenciar.

Tirano,
lo despertábamos en medio de la noche.
¡Tirano!,
le tirábamos palabras
y él se adormecía al arrullo
de nuestro ronroneo.

Después, ya se sabe,
vino el estúpido leñador
mató a mamá lobo
y nos dejó otra vez
a la intemperie.

La primera palada
de tierra
que echaron sobre la fosa
entró en tu pecho
despanzurrado
lobito Pachamama.

Abuelita ya no quiso vivir.

Yo voy por el mundo
sola como un perro
alejándome por los campos
para aullar a la luna:
¿Lobo está?

Escarbando en tu tumba
que está en todas partes.



***


Al padre, en el Hades



Vengo a desdecir mis maldiciones
y pedirte
que te bajes de mis hombros.
Vengo para alejarme de ti.
Padre, tu bendición.



***







Mal iluminado




Ya sé que soy injusto
como esta fotografía
que eligió tu peor ángulo
que te cava dos pozos en los ojos
que transforma tu sonrisa
en la mueca de un muerto
que te arranca tres dedos de una mano
y te mancha el pecho de lepra.

Busco otro encuadre
no quiero ser injusto
busco otras luces.
Y es siempre para peor,
amigo.
Es hora de que las sombras nos separen.



***






La sombra de Dante



Hincadas en la lava o en el hielo
desgarradas gritando están las almas,
o bailan como estrellas en el Cielo,
perdidas en la luz, dichosas, calmas.

Entre ellas, Dante, que aún es instrumento
del destino, deseos y los días
se enfurece, odia, arremete al viento,
llora hasta encontrar las culpas vacías.

Su cuerpo hunde la barca de Caronte
que está hecha de niebla, e impera a sus pies
la solitaria sombra como un monte.

Así entre espectros en la selva oscura
reptamos como monstruos solos; ése es
el propio y arduo camino a la altura.


***






Mejor no


¿Me equivoco
o como dicen los chicos
hay buena onda entre nosotros?
La podrían medir los sismógrafos,
las agujas golpeando y coceando contra el tope.
Cada cruce de miradas
despierta a los antiguos dioses
y a los antiguos monstruos;
se sacuden Poseidón, Vulcano
en las entrañas de la tierra,
y los sátiros festejan
almuerzos campestres
en cada cruce de miradas.

Ni quiero pensar
-pero los sueños se encargan
de figurárselo-
lo que sucedería
si nuestros cuerpos se rozacen:
en un radio de tantos kilómetros a la redonda
empezarían a sonar todos los teléfonos celulares,
explotarían las alarmas,
saltarían en fuegos de artificio
las centrales eléctricas,
y de las pantallas
de televisores y computadoras
se escaparían
bandadas de cardenales
y chillidos de soprano
más potentes que
las alarmas de bombardeo y los timbres.

Está bien,
no contribuyamos al caos general;
quedémonos en el molde.






***






El rebelde






Escucho y escucho teorías, dijo,
atendí durante toda mi vida
a teorías
sobre cómo predisponerse
a la llegada de la poesía,
pero jamás nadie
me anticipó
que podía llegar un momento
en que tendría que encontrar la manera
de escapar de ella.

Plantándose delante
con sus túnicas y sonajeros
su lengua de ahorcada
su bocina de victrola
siempre inoportuna
cuando yo me tiro, dijo,
para conectarme al respirador,
cuando me caigo
en los primeros brazos que encuentro
para conectarme
a un corazón artificial
cuando me despierta
el grito de mis sueños
ahí está
en el medio
tirándome la manga,
haciéndome una zancadilla,
la bobita
parlanchina.

Como la fama
que sólo ama a quien la desprecia,
la poesía sólo visita
a quien
alguna vez la cortejó
y ahora tiene otras urgencias.
Y entonces
o la echas a patadas
o te ahoga.






(*) Enrique M. Butti: nació en Santa Fe (Argentina) en 1949. Es autor de las novelas “Aiaiay‘ (Editorial Sudamericana, 1986); “Indí” (Losada, 1998) y “El Novio” (El Cuenco de Plata, 2008). Editó los libros de los cuentos “Solfeo” (Eco, México, 1990) y “La daga latente. 9 cuentos casi policiales’’ (Colihue, 2006). También su producción literaria contempla obras de teatro y novelas de aventuras, como “La fruta de la perdición” “Espina de diamantes”; “No me digan que no”; “El Fantasma del Teatro Municipal”; “Carnavalito”; “Sin cabeza y encapuchados” y “Cada casa, un mundo”, editadas por la Editorial Colihue. Obtuvo el Primer Premio en el Género Cuento del concurso Fomento a la ProducciónLiteraria Año 2005 otorgado por el Fondo Nacional de las Artes. La distinción se concedió por su obra "La daga latente-9 cuentos casi policiales”. Reside en la ciudad de Santa Fe, donde trabaja como periodista.

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