viernes, 26 de febrero de 2010

Poemanía Nº 174 - Virgilio Zurlo

POEMANÍA



la manía del poema…

Hoja literaria de aparición virtual

Nº 174/2009






“La poesía sirve al que la traduce para expresar

el mundo. Esa aventura feroz es una forma de ser…”

Francisco Madariaga









Poeta invitado: VIRGILIO ZURLO (*)







DE PULPA Y CÁSCARA





Marzo de 2006,

Era en invierno, madre.



Nubes bajas como velos

exaltan el enigma

de los naranjos verdes

envueltos en niebla

junto al galpón.



De su vejez oscura,

de sus ramas, tomabas luz de estación,

fruto, paciencia.

Tus manos mudaban

piel de sabores

en el silencio

de la tarde espesa,

mutiplicaban soles

sobre la mesa.









Giraban confusos.

Brillos de espejo,

crepitar de azúcar dorado

en la voz del cuenco.



Mis ojos de niño

velaban el almíbar nuevo,

encanto de los aromas,

Viscosidad, aprestos.

Brasas lentas

gestaban vida,

serenidad de juegos

en la cocina.



Planetas de ámbar

caían sobre los panes,

y una constelación

de bocas melosas,

de ojos de abeja,

celebraba con rumor

el milagro de los naranjos,

la magia de las cenizas.







SIEGA





Mi corazón es un labriego

re recoge esperanza

entre los sueños.



Entregado a su oficio,

abre surcos en la memoria

con el sol sujeto por la espalda

y un saco de dolores

que le parte los brazos.



Su voz es la voz

de los amores que se inmolan

en la tierra abierta,

imagen de los ojos

que raptan los míos,

claridad que todo lo revela…



Un pan leudado

con amor y misterio,

los pueblos soleados que soñé,

el beso profundo

en la boca que no tuve,

y un vestido casi humano

rodeando la cintura

de las tardes en que amé.







COMO EL MAR





Este soy yo,

involuntaria paradoja

del deseo.



Bitácora tu cuerpo,

surco la curva prepotente,

reflejo de la estrella

que enciende desde adentro

la luz rosada de tus pechos.



Tus manos

hacen el portento;

rompen como el agua,

se derraman sobre mi cuerpo

que zozobra en el encuentro

y el asombro aumenta

el deseo erizado de la piel…

entonces mi boca desciende

hasta tu profundidad salobre.



Tus piernas como olas,

golpean una y otra vez

mi humedad desconcertada,

que encalla por designio

en tu playa deseada

se viscosidades y espuma.



Tormentoso vacilar,

se obnubila la razón

y el naufragio se aproxima;

no hay faro que detenga

el estallido de los cuerpos…

Después, apenas un murmullo

de caracoles vacíos.



Tu vientre azul

se y hunde una y otra vez

entre vacíos y espuma,

mientras la marca borra

tu huella y la mía.







HOGUERAS





Fuego, llama,

que por arder no arde.

Mis ojos devuelven

el brillo oxidado

de antiguas volutas,

deforma la sombra

un vaivén rojo,

amarillo, crepitante.



Rescoldo de sueños,

escapan abogados, oprimidos

entre lenguas azules

y potencias envolventes,

como Erinias furiosas

que esparcen las cenizas

donde yacen

fragmentarias mis hogueras.







(*) Virgilio Zurlo: nació en Laguna Larga (Córdoba, Argentina) en 1955. Poeta y discípulo del licenciado Marcelo Celso. Con su poesía, ha participado en distintas páginas de Internet, como así también en revistas literarias de difusión nacional e internacional. Parte de su obra también está recogida en antologías. Ha publicado los poemarios “Recorrer la vida” (Editorial Universitas, 2001), “Contemplaciones, búsquedas y un encuentro” (Narvaja Editor, 2002), “Pasajeros de la soledad” (Narvaja Editor, 2004) y “Gramática de amor y sueños” (Narvaja Editor, 2006). Es abogado y trabaja en el Poder Judicial, con asiento en la ciudad de Río Segundo, Córdoba, como Asesor Letrado y de Familia. Reside en la ciudad cordobesa de Pilar.

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