viernes, 26 de febrero de 2010

Poemanía Nº 197 - Leonor Mauvicín

POEMANÍA



la manía del poema…

Hoja literaria de aparición virtual

Nº 197/2009



“La poesía fue palabra hablada antes de ser signo escrito.

También fue canto. De ahí que hasta el presente

a la poesía no le basten los ojos del lector;

pide también su voz…”



Juan José Hernández









Poeta invitada: LEONOR MAUVECIN (*)





Del libro “La piel de la serpiente” (2000)







Escribo bajo la inseguridad
de un planeta efímero.

Escribo sobre la certeza
de lo insondable.

Escribo según los esquemas
del absurdo y de la magia
con que se elabora el universo.

Escribo desde la esperanza.
Y busco entre los recovecos del camino
el nombre de los seres que me acompañan
y trazo sobre sus pieles, mi propio nombre.

Para guardarlos de nuevo en esta arca
antes del diluvio.









LA PARCA




Se ha sentado la muerte al borde de mi cama
y me espera.
Lleva la carcajada del amor sobre su frente
y estalla la tarde debajo de su parca.
Me busca
para renovar el eterno silogismo.
Para volverme tierra.
Para mirarme.
Para mirarme a los ojos y reflejarse
y nuevamente mirarme y reflejarse.











PÁJAROS


Ella, la niña que jugaba en el árbol,
aún sostiene el pájaro dormido,
aún acaricia sus alas.
Imagen de vuelos.
Aún abre sus brazos
e intenta transgredir el aire.

Pero ha visto al leñador con su hacha a cuestas
y sabe
de todos los presagios de tormentas.

Presiente el otoño y su desnudez expuesta.

La niña que jugaba en el árbol
huele a intemperie y construye
sobre la luz raída de la tarde
innumerables pajareras.













Del libro “La caja de madera” (2005)









Mi prima tiene guardados
a los abuelos
y a los tíos abuelos
en una caja de madera.


De madera es el árbol
de los antiguos bosques
donde bebían whisky
y comían plom-pudding
y dormían —como ahora—
con sus duendes,
serenos.
Como las serenas hojas
de los altos árboles
seguras del olvido.

Mi prima los embriaga cada noche
con su cuota de whisky y de olvidos.
Deja respetuosa el vaso
sobre la caja de madera.
Cada noche
silenciosa.
Teme despertarlos.







***





Nacida en los últimos cincuenta años
del segundo milenio, Leonor escribe.
En la región secreta del lenguaje
en la memoria, anuda símbolos.
Teje y desteje,
busca
donde mirar y ver y descubrirse.











***



Debo escarbar despacio.
Retirar la hojarasca.
Separar el polvo de los huesos.
Acomodar cada cosa en su sitio.
Saber qué hacer con lo que sobra.
Ordenar las palabras.
Encontrar la punta del ovillo.
Cortar el nudo.
Abrir las puertas.
Y echar de menos
todo lo que falta.







***



Almizcle, clavo de olor
la fruta disecada.
Agridulce
el sabor, en la cocina de la casa.
Vuelve allí el navío
con su carga de Irlanda
navega
por los ríos de la lengua
juega.

Abre la tarde su caja de Pandora
y vuelan oscuros pájaros
que develan
antiguos sueños de duendes y fantasmas
insomnes, caminan
el derroteo de un tiempo
que se agosta en vendavales.
Por los contornos de mi casa es abril.
Apenas si me entero
que es otoño
y se olvidarán las hojas.













Del libro “La casa del amor y la muerte” (2008)











Donde las sierras se visten de espinillo y pasionaria
emerge de la tierra, la cripta.
La capilla
cúpula blanca

-umbría catedral es la montaña-

que extraña, con sus formas caprichosas me aguarda.

¿Qué busco? -me pregunto.

Miro hacia el pasado
hurgo en el secreto

¿Qué busco entre las flores secas
que alguien abandonó sobre las lápidas?

¿Una imagen en la escritura de la noche?

¿Mi retrato?







***







¿Mi retrato?

El artista dibuja su rostro sobre la pared
-el de ella-
Recoge en el agua
estrellas que duelen
Pinta las musas, que vienen a buscarla
dibuja palabras y predice los sismos.

Y ella escribe poemas, y lo seduce.

Y no sabe, que no es ella.







****

Estás perdida entre la página y el narciso
Susana Romano
*

No es ella.
Es mi mano la que escribe ahora
y la música
y el perfume de las acacias y el vino
y las estrellas
y la escritura indeleble del arcano grabada sobre piedra.

Y estoy perdida
entre la página y
Narciso.

Y la muerte

que juega al nunca más.







****

Acaso seré yo, la misma silenciosa
que contempla,
como se va conmigo el agua
*


Juega al nunca más.

El día después
es el ayer
entre las paredes de la casa.

Es el ayer que se repite y vuelve, río
es el ayer que muestra
mi propio rostro en el rumor del agua.

Es el ayer que vuelve
fragmentado.

Fragmentos de la casa.








****



Fragmentos de la casa vacía.

Escritura
que otra mirada ha contemplado

Y queda el perfume en esa alcoba
el olor de los cuerpos
sus gemidos, que el viento disimula.

Quejidos de la casa
entre las paredes, entre el olvido

muerden los espacios del silencio las palabras.






(*) Leonor Mauvecin: nació en Córdoba (Argentina) en 1950. Es Licenciada en Letras, U N C. Esp en Gestión y Administración en Univ de Playa Ancha, Valparaíso, Chile; Prof de Lengua y Literatura. Coordina talleres literarios Biblioteca Córdoba .Dicta cursos por la UNC. Ha coordinado Caldero de los Cuenteros. Ciclo de poetas de la Municipalidad de Córdoba 2006. Ciclo De Puño y Letra 2006. Obras: “La Casa del Aire”, (1996), poemarios: “La Huella de la Tarde” (1998); “La piel de la serpiente” (2000) “La caja de madera” (2005); “La casa del Amor y de la Muerte” (2008). Integra las antologías: “El Caldero de los Cuenteros” (1994, 1996, 1997 y 1998), “Ciclo de los poetas Municipalidad de Córdoba” (1998) “Córdoba poética Siglo XX” (1999) “La tierra del conjuro” ( 2005); “Heptagonal” (2008). Obtuvo numerosas distinciones por su labor literaria. Participó, como poeta invitada, del “Encuentro de Poetas en el País de las Nubes”, realizado en México en el año 2008. Para conocer más su obra, ingresar a www.leomauvecin.blogspot.com.

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