viernes, 26 de febrero de 2010

Poemania Nº 162 - Roxana Rajmilchuk

POEMANÍA



la manía del poema…

Hoja literaria de aparición virtual

Nº 162/2008






“Si la poesía es un eco de luces, un licor rumoroso,

un perfume de sones, sueltos en la molecularidad flotante

de su flujo, una de las astucias a la que se puede echar mano,

para fijar el poema en su desesperación es dejar deslizar la

mirada o la memoria sobre los textos de la historia,

que –en ese sentido- es sí, un lenguaje…”

Néstor Perlongher









Poeta invitada: ROXANA RAJMILCHUK (*)





El viento y la brisa
juegan con mi pelo

Hacen remolinos,

provocan turbulencias.
Ráfagas débiles o íntimas.

El viento es un amante efímero.
Su cuerpo:
aire que motiva
e intercepta.







***





En la desmesura del viento
tropiezo
con una brisa.

La ondulación del día
se detiene
en un espasmo onírico.





***





Evitar todo un día
que la mano
se pose.

Dejarla ir
sobrevolando el mundo.

Ala que no anida.







***





Abrir los ojos en medio de una nube
abanicarse con el ala de un ángel distraído
exiliado del mundo
mientras se encajona la sonrisa
declinante en un prisma de aleluyas

Ser el compás que mueve una de sus patas:
la que está fija horadará
en la espera.







***





Agua endurecida
el ventanal
clausura el día.

La noche indaga,
busca sustento.





***







Cuando como una manzana
no pienso en el orden
sucesivo de mordiscos
que voy dando.



Tan sólo la esculpo
con el capricho azaroso
de la delicia.





***





En el instante del asombro,

ínfima comarca de tiempo,



enhebras tu intención

te ahuecas del mundo.







Cómo preparar un buen té


Caliente agua hasta su primer hervor
dice el envoltorio del saquito de te,
pero cuando yo hierva
pasmada de sol
entre la hierba
no habrá instrucciones
de cómo preparar un buen
mediodía,
saldré descalza a hurgar néctar
y sólo seré
tan pura
como una abeja





***





Puedo imaginar el primer paso
que el hombre dio en suelo lunar
pero no recuerdo cuándo y cómo
dí mi primer paso terrenal.

Tal vez en aquella cocinita
entre la pared y las manos de mi madre
o en la plaza entre sus piernas
y un gran balde.

Qué gesto se apoderó de tu cara
qué tensión de manos
qué mirada temerosa o de despiste
hubo el día que diste el primero de tus pasos.

En ese instante tal vez un gato maulló,
un perro sacó la lengua
o algún pez del jardín oriental
coleteó.

No recuerdas cómo fue tu primer paso:
siempre lo estás dando
y nadie te admira ni te besa.







***





Dormito
en cama fecunda en silencio
parpadeando mansamente
pienso en el pueblo
del sigilo
allí donde todo se encamina
a ritmo de molino y de viento.

Pienso
en los pájaros que despejan
mi mente
volando entre el azar
y las geometrías incomprensibles.

La almohada en mi nuca
es el lugar donde
descansa la pesadumbre
de los martillos.

Adoro las calcomanías ingenuas
que venden
en el subte o en los bares.

Siento el declive
de mis piernas
que culminan
en los pies anhelantes
de caricias que provengan
de las suaves manos del sahumerio.





***





El padre hamaca a su niño
en un arrorró contenido.
Lo arrulla contra el pecho
y pareciera que de la coincidencia
entre el pecho del padre
y la cabeza de la criatura
asomara una modorra
que tarde o temprano
desembocará en adormecimiento.

Al niño se le escapa
el chupete de la boca
distraídamente
cuando el sueño sobreviene
y el padre se queda tranquilo
mirando el mundo extraño
sin objetivo fijo.

Ojos cerrados del durmiente:
sus pestañas acarician el cielo
con bruma de siesta de farol
enmudecido.





***







Bajó un beso
por la escalera mecánica
hacia la estación del subte.
Se condensó
a la altura de mis ojos
mientras el aireado esperaba
los vagones.

Acurruqué las manos
intenté capturarlo
pero se deslizaba,

se corría.

Luego cruzó levitando
las vías
y ya no estuvo más
a mi alcance.

Se acomodó entre dos
extraños:
se acercaron y exhaustos intimaron
mejilla con mejilla
cabeza con hombro
mano con mano,

el beso siguió viaje.





***





Cenisiesta

Duermes en el regazo
de la siesta.
Su color a planeta lánguido
bosteza en tu boca.



Remanso en las mejillas
donde pastan ovejas
y en el vientre
un simulacro de relámpago.

Ocasión para silenciar
la bravura urbana
la siesta trae
personajes de tiempos de ensueño.

Carruajes en neblina
transportan cofres
de manso y rústico
misterio.

Los árboles levitan:
hojas mullidas enmudeciendo,
calzándose aire
como zapatos de cuento.







(*) Roxana Rajmilchuk: nació en Villa Ocampo (provincia de Santa Fe, Argentina) en 1968. Cursó estudios en la Facultad de Letras de la Universidad de Buenos Aires. Fue finalista en la II Antología de Poesía Joven Argentina, editorial Hombre Nuevo, en el año 1987. Asimismo fue finalista distinguida en el VIII Certamen Argenta de Poesía, año 1992. Participó como finalista en la Antología "Latitudes Literarias" Editorial de los Cuatro Vientos, año 2004. Publicó los siguientes libros: “Poemas” (edición de autor, 1990); “La Oscura” (Editorial Geear, 2004); “Libro del Frenesí” (Ediciones del Dock, 2005); “Anís” (Edición del autor,2006); “Nuez” (edición de autor, 2007). Reside en Capital Federal.

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