viernes, 26 de febrero de 2010

Poemanía Nº 208 - Daniel Mastroberardino

POEMANÍA



la manía del poema…

Hoja literaria de aparición virtual

Nº 208/2010



“La poesía también obliga a cruzar

fronteras y a burlar aduanas. Como el

chamán, para decirlo de una vez,

el poeta es una metáfora...”



Octavio Armand










Poeta invitado: DANIEL MASTROBERARDINO (*)









Discurso del tiempo



Tomorrow, and tomorrow, and tomorrow,

Creeps in this petty pace from day to day,

To the last syllable of recorded time…

[El día de mañana, y de mañana, y de mañana

se desliza, paso a paso, día a día,

hasta la sílaba final con que el tiempo se escribe…]

Shakespeare





1. Táctica

Otoño tan pronto manchado. Casi

un olvido de no estar –de olvidarse

un poco de lo que se va flotando.

Como siendo una parábola hecha

para incluir del limón la cáscara,

la zona agria del cítrico antes

de que medio cadáver y su cadalso

argumenten sobre el color del cielo.









2. Arcones

Un viejo esqueleto muere de risa.

Como una mochila, la palabra ayer

cuelga de sus huesos; de las febriles

hormigas, el clima; de las nativas

abejas, el tiempo. Los viejos deseos

que nos vuelven tan ajenos aparta

ahora. Antes que el pellizco aleje

el dolor de la carne, desconcierte

el sueño tardío de los pájaros.









3. Pellejos

De los huesos, las hojas caen. Corta

la oreja que sirve de musgo al sueño

que asombra una vez de tal manera

que nubes enmarañan el vacío

solo el momento en que, del verano,

resina lívida el vacío exhala.









4. Anonadamiento

Presión de sastre ejercen las tijeras.

Mandíbulas crueles, de la sustancia

del abismo hechas –desplegadas bajo

las convergencias de disentería

y reuma –esperando a que el delgado hilo

que sostiene un delicado calvario

de carne –casi un letargo del barco

en su deriva final –se anonade.









5. Umbral

Es el día último y no llueve. Otoño.

El final de los tiempos invernales.

Las estaciones no pasan de una a otra

y por eso tampoco es primavera.

Y sin embargo tan amena muerte,

tan hospitalaria como un aldeano

acostumbrado a recibir –buen huésped.









6. Siega

En las cosechas podridas, los logros

del año; y de la tierra, más abajo

del humus. El ojo no ve cómo se

pudre y se esfuma un sueño, lo que ha visto

despierto a la luz del día. El viento

alocado de la noche, no discri-

mina el bien del mal, el barro del oro,

el esfuerzo de la vagancia, el tiempo

ganado del tiempo perdido –y todo

se lo lleva tan hondo que el primer

gesto es un adiós correcto de nuestra

parte, mientras que ese gracias por todo

suena a niño amable a la hora del sueño.









7. Desperdicios

No en el contenedor de la calle

a donde va la gente de la cuadra

con sus desperdicios, sino en el tacho

de los tuyos. El solo pensamiento

digno en la pampa estéril de la mente

se pierde en el impulso de su propia

fe, una experiencia íntima y personal,

dice Bachelard respecto de Bergson,

a propósito de la duración.

La intemperie dura y empapa el pasado.

El fósil duerme en sus huesos de momia.

La cera del verano como la sal simple

de un evangelio pétreo, abre un pasaje

más límpido bajo arcos más sombríos.

No existe una terminología

específica para una palabra

ya vieja en el museo de las olas

errantes. No sabemos de Corvez

más de lo que sabemos de Heidegger,

aunque por la temporalidad hemos

alcanzado también al viejo mundo.









8. Mañana

Entonces, la mañana, prisionera

de sus dones, en su luz de verdugo

se esfuerza. Y no perece por completo.

Humea en sus contornos –en sus piedras

y mareas. Así de tersas son

sus arenas cuando, de la retina,

el viento extrae un vacío de puentes.

Todo está por nacer y luego nace

y antes de que los ruidos tributarios

del mundo penetren al alma como

un cáncer de oído, se entrega a promesas.









9. Azar

Igual que un milagro, el premio no llega.

No madura en la rama, aunque al acecho

del queso la boca del lobo. Ruega

al cielo para que el domingo riegue.

Si fue excluido de la selección

natural, nada más puede el azar.









10. Leyes

El día con sus leyes y contratos.

De una rama radiante se desprende

una alabanza –y una luz ágil da

holgura a los rasgos del caos entre

la primera y segunda hora de clase.

Quizá en la estructura del tiempo haya

anomalías. Continuo y fluyente,

a gran escala, desigual, granular,

irregular, en fases de diversos

proporciones, a escala más pequeña.

Apreciamos la lluvia cuando embiste

la ventana; pero ahora no llueve

ni hay ventana. Entonces, ¿por qué hay

menos tiempo que farsa en esta parte

del mundo –donde el sol se pone (como

un comensal que chupa el esqueleto

del pollo, antes de que una longitud

precisa defina su digestión

hasta su muerte –percibida en todo

su alcance)? Para los observadores,

las leyes del universo, las mismas.

Para la paloma de Noé,

afán y vacío cuelgan del pico.









11. Cristal

Mientras cada parte de la noche se hiela como un cristal

y cada parte se desprenda de la voz que dice: “Formo

versos desde hace tiempo, lo mismo que un tal Luce

forma proposiciones desde hace tiempo –que Jourdain

habla en prosa desde hace tiempo –que Shakespeare

es un talento enorme desde hace tiempo –que las hojas

hacen algo más que agitarse cuando el viento inspira

balbuceos robados del tiempo”. Cosas así pensamos

si tenemos suerte –si al dar doce vueltas en la cama

como un trompo –de una premisa perdida surge el sueño.









12. Ángulo

Una vez que de la ventana vemos

el ángulo crecer inexorable

decrece irreversible el de la noche

arcaica, abigarrada tierra ajena.

Omnicomprehensivo el aire, diáspora

de la distorsión sobre el nivel calmo

de la luz. Sin duda el día de hoy es frío

(a buen seguro acontece en tu alma,

sin que te des cuenta) pero ves solo

el sol que se pone, solo esa hierba

doblándose al viento; de la ciudad,

la abreviatura. Del sello ínfimo,

transeúnte, el paso muerto –efímero.









13. Bendición

El aire bendice esta Noche Buena,

deja hondas huellas de patas de perro

callejero; ladra, y el ladrido se hace

grato al oído como un fluir cálido

de canciones de coros destemplados.

Oigamos el consejo de la gente:

“Deja que el oro caiga a tus pies, pero

no lo recojas. Despoja tu cinto.

Elijamos del plátano, las hojas.

Una túnica alcanza para aislarse

en el flujo de lo que el viejo Lao Tse

sugiere: agrupa todos tus tesoros

hasta alcanzar la blandura de un niño

de pecho.” Tu deseo echa una pieza

de paño no vapuleado a un vestido

viejo, por eso el cuerpo se lleva algo

de sus huesos. Quien paga las pérdidas

en los hilos del ocaso, permite

que persistan en tu vaso de soda

destornillados símiles de toda

clase. Las pequeñas cartografías

todavía se nutren de reveses

de amor. En cualquier página abierto

el Libro: que entre el astro de Belén

–como esbozo de la mano que toca

la orla del vestido (¡basta tocarlo!).







14. Pendientes

Y como en sus pendientes el destino

es maldito, ¿qué importa lo que en él

envuelvas con papeles de Clarín?

Adentro es igual que profundo. Afuera,

como superficie. No importa cuánto

tiempo insume de tu vida; no importa

que en teoría el odio reviste armas

de guerra. De comer, de dormir todos

los días, nadie se cansa. Pascal

explica que el hambre renace como

el sueño. Si no fuera por el hambre,

dice, ¿qué motivos impulsaría

a la presa a arrojarse en la trampa?

Toda cirugía escinde del hombre

el espectro –a la sed de la tierra

ofrecido. Dada –y no de otro modo

–la crónica del cielo a los delfines

del empíreo. Quedarse en los márgenes

del invierno, dentro del aire, sin

salirse del sentido de la vida.

Por el espacio, el universo abarca

el desconcierto. Por el cristalino

influjo de la suerte, atemperado

el gesto humano de inclinarse sobre

el zurcido, inundado de sosiego.

Por el hilván contenido, el veneno

acre. Pero en su herida esta visión

desventurada de no tener más

que un ojo –pascaliano –es la inclemencia.





(*) Daniel Mastroberardino: nació en Pergamino (Buenos Aires, Argentina) en 1955. Es docente, periodista, poeta, novelista y ensayista. Se tituló en bachiller de comercio en el Instituto Comercial de Rancagua. Estudió Ciencias Sociales y Económicas en la Universidad Católica Argentina; Letras, en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Es Licenciado en Letras y Profesor de escuelas secundarias, terciarias y universitarias de Lengua y Literatura, Economía y Contabilidad. Fue integrante del Grupo Literario Pergamino durante los años 1974 a 1977. Integró las antologías “El pan de aquí”, “Soliloquio”, “Grupo literario 1975”, “Veinte poetas de Buenos Aires”, “Four Argentine Poetas”. En Poesía publicó “Autobiografía esencial” (Bs. As, 1989); “Vox clamans” (Bs. As., 1993), “Crónica de navegantes” (Premio Editorial Vinciguerra, Bs. As., 1994). En la editorial Sudamericana aparecieron “Hijo del Sol” (Bs. As., 1999) y “Barranca Yaco” (Bs. As., 2002, finalista concurso Rómulo Gallego de Venezuela). Novelas inéditas: Jan (finalista Premio Emecé de Novela 1998); Quién imaginaba cómo; Cuarenta años cautivo; Vida privada, y En el jardín de los tormentos. Poesía inédita: Discurso del tiempo; Trilogía griega; Crónica de navegantes (nuevos poemas). Ensayos inéditos: El rastro sobre la huella. Desplazamientos y desdoblamientos de la literatura. Ha recibidos más de cincuenta premios literarios por narrativa y poesía en el país y en el extranjero, y ha sido publicado en medios de argentina y otros países latinoamericanos, EEUU y Europa. Su poesía fue traducida al inglés.

No hay comentarios: