viernes, 26 de febrero de 2010

Poemanía Nº 221 - Ernesto Goldar

POEMANÍA



la manía del poema…

Hoja literaria de aparición virtual

221/2010





“Un poeta puede escribir sobre un

hombre decapitando un dragón

pero no sobre un hombre que

aprieta un botón para

detonar una bomba…”



W.H. Auden







Poeta invitado: ERNESTO GOLDAR (*)













QUE DEJO DE DECIR







¿La poesía dice lo que piensa?

¿O consiste, acaso, en la inefable e inaudible

promesa que se lleva a cabo,

en el tanteo desnudo,

en la certidumbre de palabras prodigiosamente

alineada que configuran o encadenan

humores, decepciones, dichas, sueños y recuerdos

en los momentos únicos

de un ser-ahí

y un vos allí?

















LITIGIO





Los lingüistas no pierden el tiempo,

los gramáticos tampoco;

las palabras del poema que nos abren el mundo,

convocadas al juego del mundo,

develan su misterio en cuanto

son incomprendidas,

invioladas por las razones

como los dioses y como los hombres

que no buscan ser explicados en la Tierra

sino soportados, custodiados y respetados

como un secreto salvajemente oculto.















CLARO DÍA POR NACER





No creo en la política ni en los grandes hombres;

está saturado de falsificaciones.



Urdida la trama detrás de la apariencia

señorea el sueldo de los gacetilleros,

las certezas impuestas en las tiranías,

la historia como presa de tentaciones fáciles.



Las particulares vidas, en cambio,

mentidas también de ocultamientos y transfiguraciones

son más inocentes y precarias.



A poco andar descubrimos en quien amamos

defectos reprochables,

y amamos los defectos.











DE JUSTA LITERARIA







Leyó a los italianos,

en ediciones bilingües eruditas,

y se supo natural y triste.



A los españoles, frecuento,

y sintióse abrumado por los antojos

de Menéndez y Pelayo.



A su turno americanos, que confianza le dieron,

y hasta japoneses,

y los clásicos con estoicismo recorrió.



Del tango hizo su habitual de poemarios aprendidos,

y del inglés los respetados vates.



Trascartón hizo descanso,

y cuando, por fin, leyóse a él mismo,

la imaginación vibró.















SIGNO EXTRAVIADO





Poemitas, recogidos en caligrafías nerviosas,

hojas cuadriculadas, lisas, conservados

como cantos de capilla.



Si ella los viera, pensaría de mí

de trazado distintos,

sugeriría una amistad de llamados

y de esquina,

habida cuenta la distancia,

la proposición entre líneas,

y la desconfianza que intima el marido.













DOSTOIEVSKY







Si en el mundo se miente,

si en el mundo se finge,

si lo importante es no ser el engañado

y mentir y fingir mejor que los demás

y cualquier ingenio es el secreto

para tratar a los hermanos,

¿será entonces la verdad que dos almas

llevamos adentro?













NO PUEDO DARTE MÁS QUE AMOR





La música suena y no la oímos.

Sólo la conoce el pensamiento,

porque las canciones viejas te entienden,

no como en los días iguales

sino por el poderío limpio del recuerdo.



Por eso quiero cada vez más al bueno de Count Basie

y su consigna “todos a mí”.















ESCUCHAR ACONTECE







El poeta no es en nada un escribiente,

quiero decir,

no usa de las palabras que hablan y se escriben,

y las palabras gastan.



Nombra el poeta, y el sentimiento escucha

que dentro de sí mismo se devela,

no es dueño de palabras

y menos las dispone para poner la voluntad.



El poeta origina, vuelvo a decir,

obedece,

a la palabra oye,

le dice con la boca cerrada

y le devuelve la retenida dulzura de su corazón.











ATENTO DE SÍ MISMO





Vuelve a la patria,

quiero expresar el barrio, la casa,

la calle en el origen,

las señas, los mensajeros y los ángeles,

la misión de guardián del misterio

que su interior reserva.



El regreso es celebratoria gratitud,

la aceptación esencial de la pobreza,

las oscilaciones, la pasiva espera,

los límites que borra la pupila.















MANERAS DE VALER







Un yerro, una omisión, se pagan,

ya sea con arrepentimiento

o el desquite debido.



El trabajo, inclusive, en el mundo en que andamos,

y en la retribución impuesta

por deberes y negocios,

correspondencia, plazos y cuotas a deudar

cumplimiento y tientos que compresiblemente se

cortan dicen de las cosas el precio,

y también que tiene el suyo cada uno de nosotros:

por dinero, extorsiones o gloria.



Y si corresponder debemos con lo usado y lo pedido,

y aún con lo pedido y lo deseado,

con aquello que damos como puro divino

que llevamos dentro,

el precio de la poesía es la vida.











(*) Ernesto Goldar: nació en Buenos Aires (Argentina) en 1940. Poeta y ensayista, ejerció el periodismo y la docencia universitaria, además de coordinar talleres literarios de novela y ensayo. Fue asesor cinematográfico, candidato a senador, jurado por el Fondo Nacional de las Artes, el Congreso de la Nación y el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Participó en diversas antologías de índole literario, sobre historia y sociología. Dictó conferencias en universidades nacionales e instituciones culturales públicas y privadas, y es citado por numerosos autores argentinos y extranjeros. Publico más de veinte libros, con varias reediciones, entre ellos se destacan: “El peronismo en la literatura argentina”; “La mala vida”; “Jauretche”; “Proceso a Roberto Arlt”; “Buenos Aires: vida cotidiana en la década del ‘50”; “Los argentinos y la guerra civil española”; “La clase media en el ‘83”. Publicó los poemarios “Feria en San Telmo”, “Instinto de Conversación” y “En voz desmayada y baja”. Reside en su ciudad natal.

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