viernes, 26 de febrero de 2010

Poemania Nº 234 - Mariana Bernárdez

POEMANÍA



la manía del poema…

Hoja literaria de aparición virtual

Nº 234/2011



“Un poema debe tener el sonido correcto…

no me refiero al sonido como decoración

o elaboración, como ‘magia verbal’, sino

al sonido relacionado con lo que podría

denominarse la musculatura de la propia voz,

la verdadera cadencia con la que se avanza.”



Seamos Heany














Poeta invitada: MARIANA BERNÁRDEZ (*)








Desazonado el corazón

busca transparencia



Tanto tropiezo

deja su huella

templa intensidad

en arcos de piedra



Sendero de brisa



Beso último de la vida



cuando la Nada queda en el cuerpo.











Si el cuerpo pudiera sanar su fondo de arrecife

su revoloteo en mareo

el golpe de insomnio sólo sería cifra

para adivinar el rayo ajeno

de pan en la mesa



Si fuera ofrenda capaz de limpiar el olvido

musgo germinando sombra de orilla

dejaría de encontrar plumaje

entre los jazmines

y se iría andando por la vida.












Huir es adentrarse
cuando el verde inunda los ojos

y los tuyos ahondan en tallo

que no logro vislumbrar



Sonámbula y aterida

con mis sentidos hacia tu cuerpo

lleno la aridez de palabras

y del fulgor queda el sonido

perforando mi memoria diaria



Qué decirte de haber roto el ovillo

o de perder el olfato

o de no haber adivinado la calle

donde estarías



¿Será quizá la cadencia del cuerpo

lo que lleve a bailar a otros ríos

quemarse en cristales

cuyo estupor poco significan

cuando el destino de tu rostro

ilumina las ruinas?





















Que no me toque el aire

cuando el agua acuda en humo

y la noche arrulle el vientre

Que no me toque el fuego

en llanto del espejo oblicuo

cuando se agranden los pechos

Que el mundo sea hoja y filo

amparándonos hacia la luz.

























El cuerpo lumbre del alba





Desde mí

dejarse vencer por el endolerse del cuerpo

sin saberse ya carne, hueso o polvo

ser herida por donde el día es más que altura

y respirar en el primer latido del mundo



más que músculo rasgado o seno desterrado

lo que consuela desde lo íntimo

es saberse no sola entre los vivos y los muertos.









Desde los ojos

tener por certeza lo incierto

dulce el sabor de la luz al derretirse hacia el centro

todavía más miel el bosque que te resguarda

desde su propia mirada

porque sorprenden los colores que le fluyen

aún de guardarse entre sábanas

ahí donde se comienza por animar la tregua:

café de tierra

verdes indecibles

o negros abriendo chispa

todos acortando la distancia entre la respiración

cuando poco hay que entender

o cuando la necesidad de fluir hasta en la gota

es un dilatarse de la pupila en universo

que cobija el entramar de los vivos

que se pierden y se hallan

en cuestión de brevedad

por ejemplo

cuando los dedos se enlazan

o cuando arrullan la mejilla

haciendo sentir la chispa primaria del fuego.













Milagro el reírse

y sentir el aire recorriendo las cavernas del cuerpo

Biendime que sólo es posible salvarse en los demás

Biendíceme en la cadencia del pensamiento

que no necesita hilarse en voz

Bienpronúnciame que demasiado tremar es todo

para quedarse aterido en la estrechez



y nunca es demasiado ni suficiente

cuando se trata de palpitar en la vida



y confieso



poco humilde mantenerse en ella



con anhelo devorador.

















Es en el sopor entre el sueño y el despertar

cuando se tiende un hilo

abismo que pareciera no serlo

salvo en la cuchilla de la razón que separa y ordena

para sostener el alma de tanta quebradura incierta

Así se añoran los días sin angustia o el caer de la tarde

en abrevaderos de nubes

tras el humo

que ya no se canta

Demasiada luz en los ojos

estos ojos tuyos que podrían jurar que bailaron

alrededor del desierto

otras vidas

otros tiempos

tanto ser feliz y tanto serlo

para olvidar su resplandor en la piel.



















A veces el cuerpo recuerda

en un reconocerse hacia lo hondo

cuando se despoja de un pesar

que se acumula insignificante

y quisiera con su soplo recorrer

las almenas de otros ojos

los tuyos quizá de un almendro aún granate

resina de un árbol apenas intuido



¿a dónde van las raíces cuando huyen de la luz?



¿dónde se lava la culpa cuando se sabe

que no hay palabras que la limpien?



¿acaso no son las heridas las que van abriendo

la unidad del latido

y nos hacen cada vez más

fragmento astilla polvo carne hueso y músculo?



¿transparentes demasiado transparentes?



¿quién es lo suficientemente puro para borrar todo trazo?



Y es de noche

irrumpe el ruido infernal de una alarma



En el piso los zapatos dispersos

miro ese par que siempre quiero poner

como si al hacerlo

pudiera andar la vida de forma diferente.













Qué buscamos

cuando se anda en vuelo de verdad

porque la razón ha mucho llora aterida en nube

Tal vez se encuentren imágenes persistentes

llaves que no abren cerrojos

y que en su generosidad entreguen

la negación de respuesta

la certeza del asombro inmenso de respirar

Simple acto

la ventana

que espera un cuerpo

que mire tras de sí

la ciudad extendiéndose.
























Despertar: Alegría

Baile cuyos movimientos festejan cada milímetro de piel

y en la cama la sábana aguarda el suave desprendimiento

cerradura de entonces y para siempre

porque nada es suficiente para colmarse de vida...




























Del espasmo del abdomen

poco a poco recorrer el cuerpo

este músculo es mío

esta costilla

el gluteo y la redondez del vientre

Cuerpo ven

déjame anidarte otra vez

aún hay tanto beso esperándonos



déjame poblarte

que hay aliento en muchas montañas más.



















Extraños los círculos donde aparecen las manos

los dedos se enlazan

pues es en el tacto donde por vez primera

se reconocen quienes antes ya se sabían



Breve movimiento donde se actualiza la posibilidad

cuando los ojos se asombran ante la apertura de la tierra

o se recogen

en el aún más breve

pero intenso

roce de la piel.



















En el tacto pulsa

el ser de uno y del otro









y no querer escribir

por no decir lo tanto que se vive:

el paso del día

lentitud que no engaña

la presencia del derredor.

















Tocas mi cuerpo para regresarlo a lo nuestro

despierta la piel de su somnolencia

atemorizada de sentir dolor

se retrae en el roce de tus dedos

que suaves delinean

los contornos del goce que habita



Reclaman

hasta desbocarnos en ánimos oscuros



Se desganan

en el espasmo de las entrañas

en el llanto que arrecia cual monzón









Cuerpo, cuerpo mío, necesito de ti para estar.







(*) Mariana Bernárdez: nació en México, D.F. (México) en 1964. Estudió la carrera de Ciencias de la Comunicación Social en la Universidad Anáhuac obteniendo el título de licenciatura con la tesis: La comunicación intersubjetiva en Ortega y Gasset, posteriormente realizó la maestría en Letras Modernas en la Universidad Iberoamericana logrando el grado con la tesis: La teoría poética en "Cancionero y Romancero de Ausencias" de Miguel Hernández; y el doctorado con el trabajo de investigación: María Zambrano: acercamiento a una teoría poética de la aurora. Actualmente realiza estudios de postgrado por la misma universidad en filosofía. Algunos de los suplementos y revistas con los que ha colaborado son: El Semanario de Novedades, Macrópolis, Siempre, Blanco Móvil, Literal, Hojas de sal, La Jornada Semanal, Periódico de Poesía, Pasto Verde, Casa del Tiempo, entre otros. Su obra poética publicada: “Tiempo detenido” (edición de autor, 1987); “Desvelos quiméricos” (incluido en el libro colectivo Labrar en la tinta de Latina Imprenta Editorial, UAM y UNAM, 1988); “Rictus” (Colección Cuadernos del Nigromante del CNCA-INBA, UAM y Juan Pablos Editor, 1990); “Nostalgia de vuelo” (en la Colección Correo Menor de la Universidad Autónoma Metropolitana-Unidad Iztapalapa, 1991); “Luz derramada” (La Máquina Eléctrica Editorial, 1993); “Réquiem de una noche” (plaqueta, Colección La Hoja Murmurante, Editorial La Tinta de Alcatraz, 1993); “El agua del exilio” (Colección El Ala del Tigre, UNAM 1994); “Incunable” (Colección Molinos de Viento, Dirección de Difusión Cultural de la UAM, 1996); “Liturgia de águilas” (Colección José Yurrieta Valdés, Universidad Autónoma del Estado de México y Editorial La Tinta del Alcatraz, 2000); “Sombras del fuego” (Colección Punto Fino, coedición del IPN, Fundación Alejo Peralta y SEESIME, 2000); y “Alba de danza” (Colección la Otra Orilla, coedición de Enkidu Editores y Ediciones del lirio, 2000). Libros de ensayo publicados: María Zambrano: acercamiento a una poética de la aurora, México: Colección Alter Texto: Teoría y Crítica del Departamento de Letras de la Universidad Iberoamericana, 2004. La espesura del silencio, ganador de la convocatoria abierta en género de ensayo del Instituto Mexiquense de Cultura 2004, colección Cruce de Milenios, crónica de nuestros días. México, 2005. Bailando en el pretil, México: Departamento de Letras de la Universidad Iberoamericana, 2007.

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