POEMANÍA
la manía del poema…
Hoja literaria de aparición virtual
Nº 39/2006
“La poesía es un producto absolutamente inútil,
pero casi nunca nocivo, es una enfermedad
absolutamente endémica e incurable…”
Eugenio Montale
Poeta invitada: RAQUEL ZARAZAGA PABLO (*)
Desperdicias botones de mi blusa
como quien desgrana, inconsciente, una mazorca
al compás del agua que se cuela, tenaz,
por el techo de la casa.
Se desbordan tus manos
entretenidas con los hilos de la noche
y el olor a poma verde tapiza
los pliegues de mi camisón.
Continúa la persiana con su bamboleo rutinario
y el zumbido de la oscuridad más pegajosa.
***
Lucinka leía, siempre leía.
En el distrito de Hradçany,
junto a la casa roja que olía a galletas,
corregía ejemplares que recibía de Berlín.
Los trabajos para la editorial
y las clases de inglés
reponían las patatas en la cocina
y llenaban el cesto de la leña.
Sobre todo,
desde que Franz se fue.
Parecía no haber existido jamás.
Los niños no preguntaban por él.
Nunca hicieron nada para buscarlo.
Crecían, copiando matrículas de los coches
que pasaban por la plaza de San Wenceslao.
Después las recortaban
y, encoladas lucían, magníficas,
en los bólidos construidos
con el cartón de los embalajes de los libros.
De madrugada,
despertaban a Tycho Brahe
a quien ellos llamaban“papá de Casiopea”
y éste, como si de nuevo estuviera ante Rodolfo,
les hablaba emocionado de los equinoccios.
Los niños giraban bailando ante este sol
y todos juntos se movían
alrededor de la Tierra.
Pero hubo otras noches en Praga, llenas de gritos.
El frío agigantaba los fantasmas
y no dejaban de caer los hombres
por las ventanas del palacio.
Reyes de Bohemia, oficiales imperiales...
Mil seiscientos y pico...
El mundo es un pañuelo de papel.
Sobrevuelo el plano de Praga :
Kunraticky potok, Dalersky potok, Sarecky potok,
un Cristo que se esconde en la iglesia de Tyn...
Lucinka me saluda
desde uno de sus parques.
Lleva un libro en la mano.
Los niños juegan, el pelo crespo,
con sus bólidos de cartón.
***
MATRIMONIO DE CONVENIENCIA
“En las punas silba el viento
por no llorar su destino...”
( Canto popular peruano )
Al pie de un muro ciego,
en un cuartucho desolado
Martín CHAMBI les retrata.
Solos y esperando.
- “Señor, mojáis” - dice la novia niña
cuando su esposo la besa al comenzar la sesión.
Él,
la boca grande, las manos anchas,
la vista llena de tareas aburridas,
esperando la noche que no tardará en llegar.
- “Cuidaré de la casa y de los hijos,
de los que vengan y de los de mi esposo.”
Entre el repique de campanas,
el coro de voces seráficas en armonía,
la apretura de los feligreses...
en la iglesia se hace esclava por la gracia de Dios.
-“Inevitable.
Cómo me pesa en la lengua esta palabra.”
Mama Santiaga preparó un despacho* :
confites y conchasmarinas,
agua de flores, fetos de llama...
Todos mascaron coca,
pero el dios se olvidó de ti.
-“Haced de mí lo que queráis.”
Un carmín algo pastoso ( para parecer mayor ),
adustos brocados, guantes y botines...
la mente vacía de toda interpretación.
Agónico, el ramo
va muriendo a sus pies irremediablemente,
como el sol en el día del Corpus.
-“Este momento contiene
muchas cosas por las que deberé llorar”
En su palidez de reina lívida
la niña cuzqueña parece una estatua
antes de que la metan en el horno.
Sabe que nadie vendrá a rescatarla.
Troncharon del tallo tierno el pimpollo
y como a “Bella Juanita”** la sacrifican.
No importa la edad del novio,
su estertórea caducidad.
Nadie discute su deseo.
- He aquí como te verán.
El ojo desnudo del artista
hará que el instante te sobreviva.
Macilenta, sin felicidad ni contento,
casada por desacierto para toda la eternidad.
***
Frida KAHLO : “Self-Portrait”
En verdad tus huesos, tu carne
supieron del tormento, sufrieron dolor.
Tezcatiploca, portador de la desdicha,
tomó tu cuerpo.
Entonces, aboliste la sonrisa.
Venus azteca derramada,
te recoges el pelo trenzado en lo alto,
te vemos encimarte enaguas y colguijes.
Sólo las obsidianas de tus ojos nos hablan
de guanábanas que se abren,
papagayos, frijoles, flores de cempoal.
***
“...la casa
las cenizas
los utensilios
los frutos...”
De “Trozos de un diario”
de Magdalena CHOCANO.
Amelia nunca pudo apoderarse de su infancia.
En las tardes soleadas del verano
cuando el olor de las flores se mezcla
con el de la cercana higuera
baja al sótano donde las sillas desvencijadas
sueñan con lobos.
Los bosques de hojas secas
que atraviesa cada otoño
le hacen llegar noches de chimenea
con papás de batín a cuadros,
relojes de péndulo
y velas con llamita viva
que abonaban la oscuridad.
Cuando pone el puchero en la lumbre
recuerda los días en los que aprendió a amasar el pan
y que fue la guerra quien le cortó las trenzas.
Nunca fue habitada
por hombre ni hijo alguno.
Arranca mimbres,
observa las bandadas de perdices
que anidan tras el montículo de la turba.
A veces quisiera devolver la vida que le dieron.
Sólo el árbol de las cerezas maduras
contempla su extravío.
Con el corazón virado al rojo lame la palidez de sus fuentes
hasta que la luna aprisiona los sembrados
y hace de todos ellos hogar común.
***
HOMELESS
Cuando la humedad del río transita las penumbras
la gorgona desdentada que sonríe como un buda
coloca sobre un cajón astillado
- como quien prepara un altar - sus cachivaches
para dejarse ir hacia la noche.
Un despertador,
dos gorros de lana,
un salero desconchado,
peinecillos de carey...
mientras un reguerillo de vino recorre
la cornisa de su abrigo sin talle.
-“Mi casa no tiene ventanas,
pero me gusta la luz del jardín.”
De una maleta funámbula asoma
un revoltijo de pañuelos erizados por la mugre.
Entre ellos, un retrato
al que la gusanera del tiempo
desdibujó sus perfiles.
En íntima tertulia con el ausente
le apunta con voz seca en fritura aturullada
el recuento inventariado de su deriva por las calles.
Cuando el siseo de las hojas
y el sonámbulo mar de papeles que recorre las aceras
afluye en tolvanera a sus oídos,
sin más compañía que el trajín alimenticio
de los noctámbulos roedores,
acopla su figurín remendado
al nudoso regazo de un sillón con polillas,
remanso quedo tras tanto errar cansino.
En náufragas bolsas de plástico,
una orquesta de bultos informes amuebla la estancia.
Cuánto paso fugitivo, cuánto errante trasiego...
“Omnia mea mecum porto.”
Todo lo mío lo llevo conmigo.
***
HALCON ES SIN PLUMAS
(Los niños de la Intimada)
“Hay cazadores y leones
bajo la apariencia de muchachas delicadas.
Se arrastran luchando
y son hijos de la carnaza de la guerra.”
Casidas del amor místico IBN ARABÍ
“No tenemos nada.
Sólo sangre.
Sólo carne.
Sólo piedras.
Esta vida y la otra.”
Los hijos de la familia del arado,
los nietos de la viña y las palmeras,
camaradas del sol,
no abandonan las ruinas.
“Sobre la corteza de un olivo”
quisieran grabar sus secretos
pero el retablo de su drama no encuentra
más que casas dinamitadas,
hombres en las prisiones,
tumbas…
Crecen deshojando las flores
en las que resucitan
los que murieron en su tierra.
Las palabras de los poetas
no protegen de la metralla,
escuecen en las heridas.
Palestinos sus ropajes,
los ojos tatuados de penas,
con el aliento contenido,
los niños sin canciones quisieran escapar
al asedio de su desgracia.
Pero saben que son guardianes
del alma de la miel,
de la higuera y del olivo
y cada noche juran
que no volverán a llorar.
Les devuelven las casas
piedra a piedra
a quienes se las derrumban.
Entre la desnutrición y la ira,
sueñan oscuro.
“Ya no sabemos
dibujar golondrinas
pero no se secará nuestra voz.”
LAS HERMANAS AFLIGIDAS
“Caigo a fondo
invisible camino sobre espejos
que repiten mi imagen destrozada”
OCTAVIO PAZ
Pañuelo atado a la cabeza
y arrugas en la cara.
Los brazos de Fátima,
Raghda y Ghadir
rodearon ya muchos cuerpos.
Antes vertían agua
con el cubo en los cántaros
y hacían albórbolas en las
bodas de sus aldeas.
Pero las balas y la gelignita
quebraron su destino.
De Najib sólo quedó el
qunbaz hecho jirones.
El pequeño Abbud perdió la razón
entre los oscuros recovecos del miedo.
Ibrahim regresó de la cárcel
incapaz de comer…
“Ay, corazón cómo has sufrido.
Ahora … ve despacio.”
Y aunque se secan como un cardo
entre tanta alberca de sangre
mientras morbidecen las
carnes de sus cuerpos
saben que han de continuar
la canción de la tierra.
“Hasta que el océano se acabe,
estaremos aquí.”
A veces, la apatía
se esconde en el infierno.
Ya no llegan misivas
de la tierra de Balquís
y enmohecen los brazaletes de oro,
se apagan las lámparas del amor.
Sus labios,
como los de las viudas y los
de las vírgenes,
tienen sed.
En el hospital de Ramallah,
junto a la cama de la madre exangüe
quisieran ser devueltas al regazo
que las protegía del resplandor
del sol nablusí,
en los primeros días.
Pero ella cae lenta, lentamente,
en el surco de la noche oscura.
“Las madres son como los árboles”
Ellas le mullen el colchón,
ungen con aceite sus manos…
el espejo del fondo las duplica.
(*) Raquel Zarazaga Pablo: ve la luz allá por 1963 en la ciudad de Bilbao, España: “En los señoríos de la lluvia, es educada por los númenes de las fuentes y los bosques, entre espesas montañas que le amamantaban con sus sombras” hasta que 25 años después se traslada a El Puerto de Santa María, Cádiz, a “esa tierra de cuento, allá en el Sur del Sur, y el agua se le vuelve pozo, manantial, un hilo de fuente…”. En contacto allí con la Tertulia “El Ermitaño” empiezan a publicarse sus primeros poemas, participa en los Talleres de Poetas en el aula, en los encuentros de Poetas en Sanlúcar de Barrameda, en recitales varios en bares, cafés, cárceles… y en la Fundación Caballero Bonald de Jerez y en la Casa de las Mujeres de la misma ciudad… Y sus poemas vuelan incluso, al otro lado del Atlántico, a Perú en la antología “Café Central” editada allí. Y en pueblos de Castilla cuelgan de los árboles algunos de sus “Poemas vegetales”. Aparecen poemas en revistas “La rosa profunda” de la Universidad de Murcia. Co-dirige los diversos encuentros de la Bienal internacional “Plastilírica” en la que se conjugan las diversas artes plásticas con la poesía y a los anaqueles de su “casa de las palabras” van llegando los retoños: “Seda salvaje”, “Poemas vegetales”, “Im-propias” (dentro del volumen Las dos orillas), “Femenino singular”. Actualmente reside en el Puerto de Santa María, Cádiz, España.
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