POEMANÍA
la manía del poema…
Hoja literaria de aparición virtual
Nº 68/2007
“La poesía no es un mecanismo sino
un organismo vivo. No hay engranajes
de reloj mas bien hay un corazón que late.
Es un juego de contracción y dilatación.
Ella nace del hombre, inexplicablemente, y toma
como característica fundamental
lo impredescible, lo irracional, lo emocional,
lo gregario. De esta manera, la poesía
se transforma en la imagen especular
de su creador...”
Mónica A. Scaldaferro
Poeta invitada: MARÍA ROSA MÓ (*)
De “Ardores en puntillas”
Caballos
Mi padre
el caballo
sube al viento
aguacero
soledad
no hay estaño para soldar
melancolías
el caballo es el hombre
hendido en el surco
en la mansa sombra
de su sombra
la codicia del alma
bienhechora
la sed de sal
la del caballo
ensimismado
mancha contra mancha
la tortuosa sensación
del sudor
la boca con espuma
el bridón
mascado con la lengua.
En la boca
el caballo
soporta el tirón
las sinrazones
del de arriba
o esa suavidad
que lleva a girar
es bueno el tirón
el suavecito
en el anca
las burbujas del aire
el ocre del viento
el de arriba
sabe hacerlo volar
desde la boca
por sus piernas
que aprietan
y le dan
ganas de salir
al galope
al galope
como al otro lado
del mundo.
De “El guerrero”
La madre
No es posible fingir
las madres cantan
canciones del ayer
cuando se tienen
cuando no
se despide dolor
y se trasmuta
a otra pesadilla.
La madre acuna al niño
envuelto con espumas
tan suave
tan pequeño
y lo unta con hiel
de sus entrañas
mujer desarrapada
que clava el puñal
en la ranura niño
y lo dispone
para la batalla.
Desasosiego siente
en los pies
en las manos
no puede la caricia
el silencio el llanto
apremian
no hay canto de cuna
en la memoria
gastada
por las culpas de otras
es lo que no quiso
y empuña un niño
como única arma.
El niño
Un pañal cubierto con retazos
se huele en el tiempo
el hedor rompe
la cándida niñez
el campo
regado de amapolas
irrumpe en él
con la vorágine del viento
le hace decir que no eligió
ni talla ni armadura
Sólo el silencio.
Soltar la cuerda que ata
al caballo y andar
el campo afuera
adentro la piedra
donde cabrá el mundo
cortado por la espada
línea por línea.
Urge el deseo
la mano agrieta
debe salir al campo y redimir
al sol al viento
la piel de niño grita
que quiere ser
hombre y se deshace
en los primeros
fluidos nocturnos.
La joven
Los pezones del guerrero
pican
y piensa que no puede
sentir lo que siente
si es un hombre
y el ardor baja
y despierta
su virilidad
La joven
el pelo en la cintura ronda
roza su mirada
como el vuelo de un pájaro.
Riega la tarde con su ardor
en el establo deja de ser niño
un tinte de guerra
se presenta como un frente
su espada
el poder de las entrañas
envaina el cuerpo en ella.
Qué se hace ahora
con el dolor entre las piernas
con la mujer que mira y busca
en este establo
en este cuerpo
preparado tan sólo
para la batalla.
De “Alba”
/Arrastro mujeres en mi río. Vuelven, se repiten. Puedo cruzar la distancia. No detener el tránsito de agujas. El bordado está escrito en la piel./
/Las madres cosen hijas. Punto por punto. Hay que desenredar los hilos si hay maraña. Mis ojos celestes como marcas. Señuelos en la tierra oscura./
Hilo tras hilo recubren. Tapan. Bordadas algunas pespunteadas otras todas arman la trama.
El vestido se pliega y despliega. Lo blanco envuelve. Es tan pequeño el ojal donde atraviesan sus humores. Religión de una métrica implacable tras el hilván para cerrar la hilera de ojales. Ojitos que la miran llorar de tanto en tanto.
Piecito de metal recorre engarza el pespunte. Arriba, abajo. Pie de niña se detiene y duda. Renquea en su universo de raso. Como una bailarina talón y punta. Forma ciudades. El mundo se despliega. Blanco. Es de plata y brilla en la noche. Hacia atrás, descose el día. Por el mismo camino. Punta y talón. El recorrido se repite. Siempre en el mismo sitio.
Oscilan los ojos tic tac. Las manos tensan. La tela corre bajo el hilo, aguja aprieta, cabalgadura que no cesa el galope quiere escapar la tela siente que puede ir más allá. La mujer sostiene ojos que oscilan tic tac. La lámpara fija. Hay que forzar la vista y el destino. Ella tensa. Lo suficiente.
Una vez vio a su madre llorar. En la cocina se cuecen habas. El padre dice basta voy murió mi madre, no podés venir dejar las hijas el campo lo que queda. Tengo que ir y duele el alma. Ella llora. El delantal en los ojos. La niña, tiesa, detrás de la puerta.
/Murió la abuela y en el pecho un dolor escarba. No es por ella. Mi padre ha llorado. Nunca llora mi padre. La muerte pasó cerca. Atravesó los ojos de mi madre. Una mujer de la familia ha muerto. He dejado de ser inmortal./
De “Eso que fluye”
En cuclillas espero
el recorrido de tu cuerpo
mano que hunde el vacío
estás y no
te encuentro
dentro de mí
habita un fantasma.
Sus manos tocan con suavidad
el tallo donde estoy
anclada roza uno a uno
los pétalos que sostienen
toma mi olor como un regalo.
Quiero darte de comer
preparar con sal con agua con tomillo
lo que sabe a mi cuerpo
Brindar con una cucharada de sopa
esto de tenerte
Volverme hogaza
partirme en dos
regar con vino el olor que nos consuma
fundir mi cintura en una olla
Que un chasquido de fuego
ilumine esta ofrenda.
Llega la palabra
desde el papel
cae
pechos como estacas
se yerguen
dejo correr eso que fluye
me voy en jugos, silencio
en lo dicho y
no
Un cuerpo reclama en la distancia
señal que funde la tarde
Curvas ofrecidas como manzana
Soy el centro
jugo y semilla
La palabra
cae.
(*) María Rosa Mó: nació en Buenos Aires, Argentina, en 1960. Es directora de Ediciones del Cronopio Azul, editorial que en el rubro infantil fue avalada por importantes premios nacionales e internacionales, como el Premio Octogonal de Francia, la Mostra Internazionale d"Ilustrazione per l"Infanzia de Sŕrmede, Italia, Premio Los Destacados de ALIJA (Asociación de Literatura Infantil y Juvenil de Argentina). En poesía publicó “Tristes historias resucitadas” (1988), la plaqueta “Blusera del ama” (1991), “Ardores en puntilla” (1999) y “El guerrero”. Participó en 1977 de la antología “Entre la utopía y el compromiso” (Editorial Catálogos) y colaboró en diversas revistas de poesía. Publicó los libros para niños “La regadera del sol”, “La escalera de Pascual” y “Los pájaros de Joaquín” (Buenos Aires, Ediciones del Cronopio Azul, 1994), y cuentos suyos se incluyeron en “Los libros del caracol” (Editorial Estrada) y “Huellas 2” (Edicial). Publicó “Julieta en sueños” en la editorial española Kalandraka, libro que incluye un CD con una obra sinfónica compuesta especialmente y grabada por la Orquesta Sinfónica de Galicia. Para presentar la obra, durante octubre de 2003 se realizaron conciertos en el Palacio de la Opera de La Coruña, Galicia (España), con su presencia.
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