POEMANÍA
la manía del poema…
Hoja literaria de aparición virtual
Nº 67/2006
“Al fin y al cabo, la pasión real
y mayor de la poesía no es otra cosa
que un hombre solo, una hoja en blanco
y silencio...”
Antonio Gamoneda
Poeta invitado: HORACIO REGA MOLINA (*)
MONOGRAFÍA DE UNA MANO LABRADORA
La mano sin tocar, sin hacer nada,
Máscara en sombra clara y luz obscura,
Ceñida piel de tierra cultivada
Y venas como riacho de llanura.
En cinco dinastías renovada
Su fuerza y benemérita dulzura.
La palma es de su amor la bocanada
Que en el nudo del puño se asegura.
Firme, parece en su sopor profundo
Que en síntesis del hombre y de su mundo
Pesara mucha más que todo peso.
Pero la mano, como ayer, ahora
Sabe lo que es y lo que puede, y llora
Con una seca lágrima de hueso.
ODA CON UN CABALLO PATRIO
El caballo encontróse de pronto con que le faltaba el cuerpo del jinete.
Ninguna afirmación entre el cenit y su lomo.
Bravocea al desafío atávico de las distancias.
Su indeleble trote era merced innecesaria
pues hecho estaba al peso de una imagen cuyo nombre
hacía volver la cabeza al enigma
aunque era como el árbol, que ya nace descrito
y patriarcaba, dichosa, en el vino nuestro de cada pulpería.
Las riendas perdían ataduras de la soledad
acariñado el amarillecer del pasto fundido al suelo como sarro
en esa fosca noche
en que una estrella le roba el fuego a otra estrella.
La bien hinchada luna olía a frutos del país.
Entonces se destuvo, levantó la testa, dilató los ollares,
miróse luego los cascos que mahirieron el sentido dinástico de las flores
olió su propio olor de fogata de cuero,
y se reconoció potro nacido a cuatro rumbos,
aquella mañana, cuando el oírse como en los primeros tiempos
el versículo veintiocho del Génesis
los hacendados pusieron en el fuego los hierros de marcar.
Su condición de bestia caída, expulsada del paraíso de las bestias
tornóse portentosa al dejarle la sombra
tan sólo las formas más salientes
como esos objetos envueltos en un lienzo.
La mitad de la noche parecía haber encontrado el buen camino
de su estado a la espera de un acto, de una súbita
iluminación del espíritu nocturno.
Y pensó:
Todos los días hay alguien que resucita.
En ese mismo instante fue tomado de las riendas
hacia un espacio de otra geografía equivalente a su tamaño,
crecido milagrosamente en el lugar donde estaba
con límites de palenques florecidos por la fiebre de la madera
porque las tierras donde nacen y mueren los caballos
son las favoritas de Dios.
AL POETA ANDRÉS DEL POZO
Que me envió una baldosa de la casa natal donde nací
Oh tú, que al repertorio de mis penas
Envías de mi casa una baldosa,
En la que el tiempo, que jamás reposa,
Fijó recuerdos y detuvo arenas.
Pequeño territorio donde apenas
Cabe mi pie, y adolescente rosa
Por su color; y por su forma, losa
Del primer niño que se ahogó en mis venas.
Cuando pienso en el patio y su rumores,
En el hueco dejado, y que así rueda
Hasta mi amor, abandonando amores,
En parecida soledad me encierro,
Pues desde ahora todo lo que queda
Fuerza de esaq baldosa es mi destierro.
LA CASA DEL ACUERDO
He aquí que, como hace tantos años, la calle
Se llena de galeras de rancia y alta caja.
Se abre una portezuela crepuscular ¿Quién baja?
¿De quién es ese rostro, ese pecho, ese talle?
Caballeros que llegan de la ciudad, del valle,
De la montaña. Polvo con agua y nieve cuaja
Cada rueda de cada vehículo en que viaja
La patria misma, para que la guerra no estalle.
Un farol plañe luces. Las sanguíneas baldosas
Reverberan. La hierba nace entre sus junturas.
El aire acuña voces. ¿Quién olvida estas cosas?
¿Pedestal de qué heroica figura es el aljibe?
De pronto hay un silencio preñado de futuras
Grandezas. Alguien llora. Y el acuerdo se escribe.
(*)Horacio Rega Molina: nació en San Nicolás (provincia de Buenos Aires) en 1899 y murió en la Capital Federal, en 1957. Entre su obra poética publicada, podemos nombrar “La hora encantada” (1919); “El poema de la lluvia” (1922); “El árbol fragante” (1923); “La víspera del buen amor” ( 1925); “Domingos dibujados desde una ventana” (1928); “Azul de mapa” (1931); “Oda provincial” (1940); “Sonetos con sentencia de muerte” (1940); “Raíz y copa” (1943); “Patria del campo” (1946); “Sonetos de mi sangre” (1951); “Antología poética” (1954). En 1994 Plus Ultra editó sus dos libros póstumos, “Odas de vivac y de a caballo”, y “Consagración del fuego” . Fue un gran colaborador de distintos médios gráficos del país y el extranjero. Ganó, entre otras distinciones, el Premio Municipal de Poesía en 1925, el Gran Premio Nacional de Poesía en 1951 y el premio máximo del PEN Club. En su ciudad natal, el día de su nacimiento (10 de julio) fue declarado, por ordenanza municipal, “el día de la cultura nicoleña".
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