viernes, 26 de febrero de 2010

Poemania Nº 117 - Marcos Silber

POEMANÍA

la manía del poema…

Hoja literaria de aparición virtual

Nº 117/2007





“La verdadera lucha de la poesía

es justamente contra lo poético...Yo creo que

el poeta debe buscar que las palabras que usa

se vean prosaicas, pero que en realidad contengan

elementos esenciales para comprender

la época y la vida...”

Edoardo Sanguinetti





Poeta invitado: MARCOS SILBER (*)







Es una desolación la calle.

Ni siquiera alguien que pregunte

dónde están todos?

No acaba de pasar

el negro viento de un otoño incesante.

Adentro de las sombras, apenas susurrada

la nostalgia del muerto recuerda:

“estaba viva la vida, la gente en la calle,

el tiempo cursaba su amable barca,

la flor abría su luz en la mañana;

por las tardes volvían los saludos.”

Es una desolación ahora la calle,

ni siquiera alguien que pregunte:

Qué sucedió?

Dónde están todos?





Yab



La derecha extendida, no permita que se acerque

y la izquierda en gancho al hígado

(indica el segundo en un rincón).

Los pies no muy separados, para no perder apoyo

(ordena el otro rincón).

Manténgase a distancia y alta la guardia;

golpee y retroceda, golpee y retroceda

(repite cada rincón).

Cuando el meteoro da en la frente

(no importa cuando)

se hace de noche

(no importa quien)

y es lodo pesado y oscuro el que baja

por los callejones de adentro de la cabeza,

y sombrías caen las esclusas en los oídos

de modo que la almohada de piedra de la lengua

no consigue y no consigue

y se aturde.

Anochece.





Cuando el incendio de la higuera

todos lloramos.

Los grandes con gusto a pulpa calcinada,

los más chicos con duelos de quebradas aventuras;

los buenos y los malos vecinos lloraron

lloró la tortuga Mery

Ulises el perro más perro

el canario y los gatos cada uno lloró,

todos lloramos.

Salvo el tío loco

agazapado en un rincón

el tío que reía y reía sin dejar de aplaudir.





Juega la mía mujerota.

A jugar, juega.

Gatea debajo de la mesa

e inocente se pone el aire todo.

Si alguien atiende con cuidado

oirá canciones de ronda también.

Ella juega a comerme. Juega.

Gatea debajo de la mesa.

Me come.





Un destello en la noche.

En el cielo de la noche.

Luz que titila al ritmo

de diástoles y sístoles de dos que se aman

echados sobre una tierra agradecida.



Esas muertas que suspiran felices

deben ser sus mamás.





Luna Llena



Grita como loca la loca del tercero

y oscura baja la ventisca del miedo.

Los chicos se asustan.

Los grandes no.

Los grandes se divierten,

sobre todo cuando latiga el aire

y aulla

Quiero ser feliz

Quiero ser feliz.





Desde siempre llega a mi ventana

el pájaro que abre la luz.

No se inicia la respiración del día

si no entra en escena el mensajero.

Lleva años éste plagio de cada mañana.

Yo digo

es el mismo vuelo que se repite.

Lucy - la tontita - dice

es el mismo pájaro también.





Toda la noche llovió toda la noche.

No se avisó la dormilona

que despertó con una felicidad así de grande

por el sueño donde se vio deslumbrante con su espléndido ajuar.

Ahora se para frente al espejo

a medio camino entre susto y asombro;

las gasas anegadas, sumergidas las costuras

los cabellos embebidos, regado cada color.

Hasta los huesos calada

toda

como recién salida del mar.





Sonidos. Nada más quedó del sueño.

La visión, un redoble oscuro.

De color galope el fantasmal.

Nada más dejó el sueño. Sonidos.

Y no iré –me digo- hasta el ojo de la bestia;

no abriré su mirar,

el adentro del espía de mi sueño.

Que no me descubra - me digo - el despertar.

Debo hacerlo con cuidado,

tratar como bebé al sueño

y sobre todo –repito- el despertar.

Se trata de no espantar el galope.

Los caballos se asustan.





Desde la boca de la caverna

la madre llama a su hijo “a comer”.

Desde la puerta de la casa

la madre llama a su hijo: “a comer”.

En tanto, cielos de aquí y de entonces

se despejaban se despejan.

En piedras de eternidad

el escriba del tiempo apunta:

“madre y madre no saben que saben

que ya estuvieron,

que vuelven a estar”.





(*) Marcos Silber: poeta argentino nacido en 1934. Entre sus publicaciones, podemos nombrar 15 libros de obra propia y en otras tantas antologías. Es autor de la versión argentina de “Raíces” (teatro) de A. Wesker, editado por Nueva Visión. Asistió invitado al Festival de poesía de Bogotá, de Medellín y de Cajamarca (Perú). Faja de honor de SADE y Primer premio en Mérida (España). Finalista en Casa de las Américas con su libro “Thrillers”. Obtuvo el primer y segundo premio certamen nacional de la APDH. Primer premio de la Casa de la amistad Argentino/Cubana (viaje a Cuba). Primer premio publicación “La Luna Que”. Premio 1999 y 2000 Certamen prosa breve (contextos, Radio Cultura). Primer Premio Municipal 1999. Miembro de la Sociedad de los Poetas Vivos.

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