viernes, 26 de febrero de 2010

Poemania Nº 94 - Alejandro Moreno Romero

POEMANÍA

la manía del poema…

Hoja literaria de aparición virtual

Nº 94/2007







“La vejez es el último verso del poema;

después de él empieza la crítica...”

Fabián Casas







Poeta invitado: ALEJANDRO MORENO ROMERO (*)






PRIMER VERANO



Machaca el sol los recios adoquines

y deja ciegas las paredes blancas.



La piedra ya ni es piedra.



Y el flaco río, tibia sierpe líquida,

deja entrever, bajo la brisa ardiente,

su atroz vertebradura de guijarros.



Ya no hay hambre ni hartazgo

ni amor ni desamor, suerte o desgracia.

Hay sueño sólo, desde el sol al polvo,

en la desierta hora

en que el dios ciego y el arquero músico

entran del brazo por las celosías.



Mi casa está tranquila,

oscura y fresca como un fresco cántaro

y oigo tu voz, prendida en el silencio,

como una dulce campanada ausente.





***



Aquel olor de noble campo recién llovido

que llevaba bordado entre los huesos,

aquel aplauso mínimo

de las hojas cayendo sobre el vientre del bosque,

el rumor amarillo del viento sobre el llano

se me fueron un día

como se escapa el sol entre los dedos.



Habrá que preguntar al hermano ruido,

la hermana prisa o el hermano humo

si viven entre ellos, disfrazados,

o se esconden en un nueva patria

en la que ya no puede entrar cualquiera.





***







POEMA DEL CAZADOR SENTADO



Lejos quedan la red y el grito de la pólvora,

lejos el perro

y los bravos aromas de la cuadra,

lejos la pluma y el tintero,

la balanza y la olla,

el arado y el cántaro, el horno y la bodega,

las enlutadas vigas

y la cal,

tan preñada de luces y de sombra.



Por la piedra descalza

llega el frío.

Con pasos de raposa

se cuela por las sábanas.



Y sólo resta entonces

sentarse en el pescante de los buenos recuerdos

y esperar.







MEDIODIA



La púrpura y el verde por la vega

dibujan un cantar

traspasado de olores, disparados

desde la sombra gris,

desde la nada

que, para no turbarnos

se disfraza de azul.



La higuera, maternal,

entretiene a la brisa con ásperas consejas

mientras la siesta niña retoza por el huerto.



Desgrana el azahar su cálida nevada

y hay una mar cautiva gimiendo entre los pinos.






***



Me voy a descansar, que bien lo necesito,

a una tierra de mansas lomas de terciopelo

donde el aire se dora sobre la parda tierra

y azulea en lo alto

como el cuello fugaz de las palomas.



Os dejo mi recuerdo,

lo que alcancé a enseñaros

y esta pesada esponja de amargura

para que hagáis con ella lo que os plazca.



Es hora de decir, parece lo decente,

que nada me debéis,

que sólo hice

lo que me pareció mejor en cada caso

(o así quiero pensar).



Partiré solo, como todo el mundo.



Confío en encontrar a los amigos

con los que nunca pude charlar lo suficiente.



A mí me basta

quedar en un rincón de vuestras tardes,

dejar que el tiempo, vuestro tiempo, pase

y me vuelva mejor en vuestras voces,

que tampoco es pedir demasiado.





***



Llega, peinando el mar,

un huracán sin sombra, sin voces y sin cólera.

Los huesos se levantan

como antiguas columnas derribadas

y se cubren de hierba los hoscos pedernales.



Siento, o quiero sentir, tu mano, luego

navegando la noche de mis ojos.



La temible balanza

del rigor y la ira

transforma sus cadenas en cuerdas de campana

y el cielo da la vuelta

y el sol baila

un noble son de pan y vino nuevo.



Yo me despido

de todas mis antiguas despedidas

y te digo que sí, que sigo estando

donde siempre viví.



Y que no me pesa.







***







Espera

o, si quieres, permíteme encontrarte

porque voy a llenarte el mirar de sombrillas abiertas,

el pecho, de ciruelas como dalias.



Deja que llegue

con esta roja desazón quebrada

hiriéndome la sangre,

mordiéndome la paz de las rodillas.



Y cuando llegue, al fin,

mirémonos tan sólo y descendamos

hasta el amable aljibe de esta noche.









***





Tu bolso lleva un mes llorando en el armario

y tu ropa se cansa

de ir y venir sin ti.



Bien es verdad que desde que te has ido

no me despierta el lobo de tu llanto,

ni me arranco manojos de salud

para atajar el paso a este torrente.



Y el dormir es ahora descanso y no zozobra.



Pero cuando me dejan ir a verte

y te contemplo navegar sin brújula

por esa turbia mar de falso miedo,

de mentida desmaña y blanco asombro,

siento que se me rajan las paredes del ánimo

y a la vuelta, recelo que me aguarda

la soledad, gañendo

como un viejo mastín perdido en la dehesa.



Ahora cuando llegues,

ya no me sueltes nunca más la mano,

porque se anuncia el frío

y se va haciendo tarde para encontrar la senda.









(*) Alejandro Moreno Romero: nació en Lucena (Córdoba, España) en 1941. Abogado, Informático, Experto en Formación, Consultor Senior en Calidad Total de la Gestión, Orientador gestáltico. En sus ratos libres compone música como Dios le da a entender. Tiene como aficiones adicionales: la flauta, el tiro con arco, la parapsicología y la historia de la brujería (magia blanca).Dirigió televisión entre 1977 y 1980. Escribe poesía desde 1961.Es miembro fundador de la Asociación Prometeo de Poesía. Aparece en los Cuadernos de Poesía Nueva y en varias antologías. Desde hace unos años se viene dedicando, despacito y buena letra, a la narrativa. Obtuvo numerosos premios por su labor literaria. Publicó las obras: “El pájaro solo” (1981); “La hora cautiva” (1982); “Alkabala” (1990); “Trípticos” (1991); “Escala circular” (2000); “Camino de agua” (2002).

2 comentarios:

Josefina dijo...

Buenísima tu poesia Alejandro, fuerte, estilizada, profunda, me encanta, un bocabulario exquisito.

Felicitaciones Josefina

José Manuel dijo...

Pronto se cumplirán 20 años de nuestra coincidencia en aquel curso de El Escorial. Éramos más jóvenes, aunque no tanto; quizás más perdidos, aunque quien busca nunca está del todo extraviado, sólo cuando se detiene. Me regalaste orgulloso tu librito "Alkabala", sin faltar una bella dedicatoria. Siempre se me hizo grande la poesía, quizás por eso me quedo en la prosa, tanto para leer como para escribir.
Pero la pasada semana, probablemente en tu memoria y sin duda a falta de producción propia, rescaté un par de poemas de aquel librito y, aún sin tu permiso y en memoria de aquella fugaz amistad, los recité en el "Versopote", una reunión mensual que un grupito de aficionados a la literatura mantenemos en Vitoria.
Hoy te busco en mi PC y te encuentro activo y prolífico. Hoy, 20 años después, recibe un abrazo siempre fresco desde mi Euskal Herria.

José Manuel Corres