POEMANÍA
la manía del poema…
Hoja literaria de aparición virtual
Nº 50/2006
“La poesía es un palimpsesto por definición...
la poesía compensa siempre todo lo demás.”
Jesús Munárriz
Poeta invitada: MARTHA FAURE BLUHN (*)
CODICIA DEL PENSAMIENTO CLAMOROSO
Para Alicia García Subiza
Cómo detener el pensamiento
para que no se agite como una mano
o huya como el pie herido
que escapa perseguido por un dolor sin nombre.
Cómo ponerle color al pensamiento
como si enrojeciéramos pinceles,
para que la engañosa visión iluminada
filtre los negros que lo asemejan a los sueños.
Cómo ponerle voces o música o susurros
si en su prisión oscura
dormita junto a los infortunios del silencio.
Cómo traerlo hasta los labios
tras perseguirlo con la codicia de las lenguas,
si para ello debiéramos desenterrar
del fondo de la sangre
los residuos de la molienda del olvido.
Cómo violar el pensamiento
y asirlo y asediarlo,
cuando, tras este clamor colérico, encendido,
pretendo que con su luz desvastadora
se devanezcan las moradas
de las tinieblas y las sombras,
y se amurallen, sobre los interrogantes y las dudas,
los exiliados portentosos de los nombres de Dios.
RECUPERAR LA SANGRE
Quiero echar mis raíces
y la muerte crece a mi lado lentamente.
Voy cavando el hoyo de las fatigas cotidianas
con terrones de sudor y lágrimas de arcilla.
Pero ella se yergue admonitoria,
celosa andariega leñadora.
Ella crece a mi lado dulcemente como una solícita artesana
que desmadeja historia en cada surco.
Siniestramente me tiende una celada.
Quiero echar raíces a las orillas de los grandes ríos
olvidando las huellas de largas caravanas de rostros
que viven extraviadas en la linde del tiempo.
He de cavar mi foso y he de hundir las raíces en la arena.
Tal vez, en esa tarde la muerte, irrespetuosa,
transgrediendo las reglas de este juego
me devuelva el enjambre de unos días,
los escombros de la torre del exilio
y ese archipiélago de sangre que me hereda.
NO DETENER EL VUELO
A Oscar Hermes Villordo
Negarse a volar es enraizarse
en la más detestable prisión de la materia.
Es negarse al ritual condenatorio de los intrusos
que rondan la tierra y las hogueras,
la viña o el rebaño esperando el despojo.
Es negarse siempre a olfatear un aire de colinas verdes,
la vida que regresa en una barca colmada de espuma florecida.
Es negarse a ver al hombre y a la mujer
unidos en el abrazo de muslos y de alientos, cuando la noche pone fulgores de pasión
en un rojo cielo que inunda la penumbra.
Negarse a volar es morir sin un rival vencido.
es sentarse a la mesa de la vida sin que nadie lo note,
como si no hubiera llegado,
como si zumbara el silencio detrás de los cristales.
es negarse a la música: ese ciclón divino que los dioses piadosos
esculpen en los muros sonoros.
Negarse a volar es atizar un fuego que no dará calor
y no hará llama,
no tiznará la tierra ni las manos,
no tendremos el humo que se eleve
y no tendremos cielo.
REALIDAD
Por siempre la poesía, con su espesor de néctares y fuegos,
sus matorrales de belleza y su zumbido de insecto tembloroso,
puso en nuestras manos toda la letra innominada
para que los volcanes fundieran
en el fondo de nuestros propios abismos
la misma lava dispersa en el universo.
Las palabras nos convocaron como un talismán a una conjura,
y tus pasos pasaron por mi senda
y tus aspiraciones por mis ojos,
mientras las horas y los días cambiaban sus lugares
solamente, ante la chispa y la indiscreción de mi mirada.
Cuando una noche, bajo los faroles de la fantasía
me describiste la Catedral de Burgos intuí,
entre las veladuras flotantes de tu ingenio,
que la razón de tus pesares y tus llagas
no estaban en esa Barcelona del olvido,
sino que el relámpago de tu nostalgia
me había elegido para el amor más puro
y ya estaba a tu lado conviviendo
entre tus sueños y tus frustraciones.
Me diste tus manos respetuosamente.
Y asida a ellas quise auparte desde la oscuridad hasta la gloria.
Y así sumé las fuerzas al ingenio
y se entabló una lucha que mezclaría
aventureros con cortesanas,
contrabandistas con mecenas
y sonrisas con emociones.
Aparecías de pronto
o te ocultabas en la noche de la distancia
para alejar, tal vez, de mi ansiedad
los señuelos que me alertaban
que la fruta tiránica de mi desasosiego
no se ofrecía, todavía, en los escaparates de mi propia tormenta.
Hoy te siento adosado a mi silencio
detenido sobre mi sombra y tus terrores,
mientras eliges en el fondo del estanque
la piedra de toque para tu salvación o tu condena.
(*) Martha Faure Bluhn: Nació en Bahía Blanca (provincia de Buenos Aires, Argentina) en 1927 y murió en San Nicolás (provincia de Buenos Aires) en setiembre de 2006, ciudad en la que se había radicado desde hace más de treinta años. Docente de profesión, su incursión en la poesía merituó la publicación de varios libros de poemas, tales como “Balada para un caminante sin nombre”, “La vigilia y las máscaras” y “Otoño y la gracia”. Fue la creadora del Fondo Editorial San Nicolás, entidad de la cual fue directora desde 1982 a 1996. Fue miembro de la Sociedad Argentina de Escritores Filial San Nicolás, la Asociación Cultural “Rumbo” y otras instituciones de bien público, como Caritas Diocesana. Fue una activa integrante de la Comisión Directiva de la Feria del Libro de San Nicolás. Organizó y participó de numerosos actos culturales, como así también fue acreedora de distintos galardones en su carrera literaria. En 2006, la Editorial Dunken editó su primer y único libro de cuentos “La revancha y otras crueldades”. Su obra, fue parcialmente recogida en varias antologías, diarios y revistas literarias tanto del país como del exterior.
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