viernes, 26 de febrero de 2010

Poemania Nº 27 - Paulina Vinderman

POEMANÍA

la manía del poema…

Hoja literaria de aparición virtual

Nº 27/2006





“La poesía funciona como un virus;

es una suerte de infección, de enfermedad,

¿Por qué practicamos este oficio tan absurdo,

tan difícil, cuando las recompensas que ofrece

no se corresponden con el esfuerzo?…”

Gonzalo Millán



Poeta invitada: PAULINA VINDERMAN (*)





SOBREXPOSICION



Y es allí, en ese pasto suave

de la obsesión a punto de revelarse,

donde el sonido y la furia del mundo

se atenúan

(tanto como costó acomodar el dolor:

un territorio chico

con un arroyo seco y un caballo)



Y es tan delgada la luz, la diferencia,

que puede oírse el golpe de la muerte

del amor,

mucho antes de que los cuerpos se

separen, se bañen

y vayan hacia la vida bajo una luna despareja.



Como un barco en la noche

y la imaginación

que abandona la partida.






CRUCES



De golpe es muy extraño sobrevivir,

recordar a la mujer hechizada

y no el momento en que se fue:

más errante que nunca pero muy poco sabia,

torpe en el bullicio del verano,

torpe en la espera.



Hubo un hombre sin sueños

para siempre detenido en la estación del calor.

No se reconocieron ni en los ojos

en la planicie árida del parador

(un jugo, una radio encendida,

la loca esperanza de llegar sin morir)



El mundo canta (a veces)

como una apuesta imposible

y eso lo vuelve ronco y despiadado.



No hay rumor para oír, no hay tierra que espiar.



El mundo canta (a veces y siempre)

por los respiraderos de la ciudad

y se abre paso en el tumulto irreflexivo

con una canción que jamás se recuerda

cuando llueve (o hace frío),

una canción quebrada que no otorga poder.





BLACK MASK



En la novela negra

ella no se enamoraría del asesino,

sería la torva ingenua bailarina de cabaret

o la dulce —nada ingenua—

muñeca con ojos como ciervos, pelo

para agitar en el viento entre las acacias.



En la novela negra

no podría jamás cruzar la línea,

bajo su respiración

estarían los muros amarillos,

la seducción de un héroe al que abrazar.



Y ya no importaría la tensión del poema

o de su espalda

soportando el mundo.



En la novela negra ella no tendría esta asfixia,

este estribillo que envejece

a medida que come de su pan

y abre los brazos en la oscuridad

en un escándalo incumplido.



Si algo la habita

es la memoria de un puerto insignificante

y caluroso

donde la muerte no era un estallido

sino una conversación, una clara evidencia.





LLOVIÓ TODO EL VERANO





Y la vigilia olía a huerto en plena multitud.



Ella sólo se miraba en las viejas películas,

enterraba palabras como huesos de perro

en lugar de escribir (en lugar de vivir.)



No había señales en las cosas,

las ficciones eran eso: ficciones revueltas

en el polvo del mundo.

Un viaje sonámbulo hacia una cita de Barthes.



Por todas partes colgaban trapos húmedos

y el café se aguaba como el cielo.

"¿Quién estará viviendo en la casa de al lado?

Un perro ladra, tiene la cabeza vendada

igual que Apollinaire,

ese rock suena como el mismo infierno

o como un paraíso que no expulsa la furia para existir."



Todo el verano ella se refugiaba en su propia ausencia

como si fuera la casa de campo del lugar

(como si fuera el lugar)

La contracción confusa de una épica borrada

por la lluvia.



Un erotismo callado definía la vida en la conspiración de

la oscuridad,

como otra oscuridad

(muy cercana).






MAYO



a la memoria de mi madre




Escribir es demasiado duro, no me fuerces

a escribir.

En su lugar caligrafío palabras: helecho, ámbar,

persiana (del todo baja a la hora de la siesta.)

Amar es demasiado difícil, no me obligues a amar.

Te dejé, como pediste, en una ciudad de juguete

abrazada a tu melancolía, esta vez dulce, esta vez falta

de argumentos mendigos.

¿ No es eso amar?

Comprender tu enojo, tu dedal prisionero sin rescatarte

(ah, no me era posible, nunca fue posible.)



El cielo es un espejo empañado, el viento mudo;

te dejan en un embarcadero

mientras aliso mi pelo para un largo invierno.



Si odiabas mis palabras

porqué pedirme que escriba, ahora que no estás.

Me inclino sobre la mesa y busco en mi orgullo

una oscilación que sirva (otro riesgo,

otra derrota, otro salto) para el susurro del mundo

sobre el papel.

Algo de lo que me fuera destinado.

Esa ciudad de tinta y torres que te excluía.



Te preguntabas qué buscaba.

Me vestías de terciopelo azul para una eterna fiesta

y mi cuerpo soñaba con la desnudez

en praderas difíciles de recorrer, entretejidas de luz,

de soledad y de un viento que habla

sólo a los que acuden humildes, semiasfixiados,

a su casa.



El cielo es un espejo empañado, el viento mudo;

te dejan en un embarcadero

mientras aliso mi pelo para un largo invierno.



La eternidad es el tintero involcable

(que conseguí volcar)

y mis pies que intentan la belleza, con las

zapatillas de danza, sobre una madera cansada.








ESA CHICA FLACA CON EL PALITO EN LA TIERRA





Esa chica flaca con el palito en la tierra,

no escribe su nombre.

Escribe lanza, cielo, viento, escribe gato.

En los canteros de la calle en su ciudad

o en esos pueblos de la provincia de Buenos Aires

donde la vida se aprende de memoria,

donde los tíos encienden las luciérnagas

en la galería asomada al verano cerca del membrillar.



Más cerca del mundo,

quiero estar más cerca del mundo y contar un cuento

imposible de contar.



Los trenes interceptan los días como un ritual de paso

y el viaje se instala en su vida como destino

(no sólo como deseo).

El viaje para correrse de sí misma, el viaje

para encontrarse.

Allí donde el dolor no se anestesia sino que se pinta

de amarillo (como aquella luna de Chamical)

o se fuma, como tabaco de hoja, junto a un botero

que pregunta por el frío.



Esa chica flaca, de ojos agrisados por la llanura,

mira cómo la tierra cubre sus zapatos blancos

y también sus historias.



Palabra sobre palabra, serán guardadas en la garganta,

inmóviles, definidas, hasta que escampe el sueño.







RASTROS





El olor a chocolate de tu piel,

las lagunitas saladas de transpiración sobre mi cuerpo.

Las cortinas que ondulan (con complicidad)

bajo el viento rojo de esta ciudad desconocida.



Pronto amanecerá.



Y el dolor de los golpes del encuentro

será mi trofeo privado, mi lugar de devastación.



"Esto no es juego", nos dijimos,

mientras mordíamos la certeza del otro (en el otro)

sin ternura.

La urgencia era una isla desencantada

que resplandecía por pura muda perfección:

su apego a la verdad (ni amor, ni palabras ni secretos)

Una única noche de plata y filigrana y toda la vida

para tratar de entender.



Muerte por muerte, es un alivio esta soledad,

desmenuza la violencia y la interroga en sus fuentes.

Muerte por muerte, será mejor la de no volver a vernos.

La estatuilla de oro del museo quedará como símbolo

de esa curiosidad que casi confundimos con la desesperación.



Descosida como una muñeca de trapo sobre la cama

estoy en el centro de una ciudadela, cuyas ruinas

serán más nobles que su plenitud.









TACITAS DE PLATA (FAIRY TALE)



a Suzanne Chavez Silverman







Otra vez cúpulas en el poema, otra vez la ciudad.

Te escribo desde el invierno, desde el pantano.

Elijo una luz precaria, de pocas certezas:

la de aquel atardecer donde cabían el silencio, el rumor

de la vida, la rebelión invisible y todos los ríos que

no vimos juntas.

¿Tuviste alguna vez tacitas de plata en la

vajilla de infancia?

¿ Me las hubieras prestado para jugar?

Siempre se trata de un cautiverio en el fondo de sí

y de cruzar los alambrados

en la complicidad de un dolor confesado.



Siempre se trata de una Plaza Mayor,

alguna palmera,

los mineros reclamando un andamiaje

(los mineros que dejaron su canción y las mujeres

en la entrada del pozo. )



No puedo darte más que un poema, antes de la lluvia,

antes que la lluvia borre las pintadas que te escribí

contra las autopistas.



Ni urracas ni ardillas ni Osa Mayor,

esto es el Sur

y el viento circunvala mi propia canción

(la de mi abuela rusa con estribillo minero)

para estamparla en arcilla en las afueras del tiempo.



Un mensajero amable te la alcanzará

(es oscura y dulce la caricia del mundo.)













LA SOMBRA DEL ÁRBOL CAE SOBRE LA VENTANA





La sombra del árbol cae sobre la ventana

y la mujer sorbe su café dentro de un cuadro de Hopper.



Nada puedo perdonar.



Ni su escote, ni que no levante los ojos para

hermanar su soledad de verano sin humo,

ni sus piernas cruzadas como cubiertos sobre el plato

en una cena tardía, inmóvil, sin conversación.



Este calor lo corrompe todo, deja manchas

en las hojas y en las maderas.

La pesadilla de la noche anterior persiste el día entero

como un ácido, como una gota de sangre vieja.

Es la derrota de mi propia casa

llevada en andas por enemigos invisibles durante

la estación cálida.



En una leyenda habría una conspiración:

la mujer y yo compartiríamos un hombre o un delito.

Huiríamos juntas, por las calles más escondidas del puerto

entre edificios demolidos y ventanas tapiadas.

Y la vida seguiría siendo este enigma ordenado,

esta resaca de todo fulgor, la búsqueda de un reducto

para reponerse de los errores.



En un rincón de la ciudad dormida, sobre el escenario de

un sótano, al fin improvisamos un diálogo de seda,

prisioneras de las cinco personas -remotas-

en la oscuridad.



¿Nos volveremos más bellas bajo el spot?

¿Más serenas?



Conozco esta ciudad de epopeyas secretas

y renuncias.

Conozco esta hora en que el poema empieza a

escribirse bajo las uñas

y pagamos por una ventana que da a un pavimento

aceitado

donde el miedo puede recostarse contra la luz.







(*) Paulina Vinderman: nació en la ciudad de Buenos Aires, en 1944. Publicó los siguientes libros: “Los espejos y los puentes” (ed. Buenos Aires Sur, 1978); “La otra ciudad” (ed. Botella al mar, 1980); “La mirada de los héroes” (ed. Botella al Mar, 1982); “La balada de Cordelia” (Fundación Argentina para la poesía, 1984); “Rojo junio” (Literatura Americana Reunida, 1984); “Escalera de incendio” (“Último Reino, 1984); “Bulgaria” (Libros de Alejandría, 1998); “El muelle” (Alción Editora, 2003); “Cónsul honoraria, antología poética” (ed. Vinciguerra, 2003); “Transparencias” (ed. Arquitrave, Bogotá, Colombia, 2005). Entre los premios obtenidos podemos mencionar: Tercer y Segundo premio Municipal Ciudad de Buenos Aires (bienios 88-89 y 98-99, respectivamente); Premio Nacional regional de la Secretaría de Cultura de la Nación (cuatrienio 93-96); Premios Fondo Nacional de las Artes 2002 y 2005; Premio Letras de Oro 2002 a escritor destacado, de la Fundación Honorarte; Premio Anillo del Arte a mujeres notables 2006 y Premio Cittá di Cremona, 2006. Ha sido incluida en numerosas antologías y traducida parcialmente al inglés, al italiano y al alemán. Sus poemas fueron, además, objeto de estudios y ensayos. Ha colaborado (con poemas, artículos y reseñas literarias) en publicaciones del país y del exterior: La Nación (Bs. As.), La Prensa (Bs. As.), Clarín (Bs. As.), El Espectador (Bogotá, Colombia), Hora de Poesía (España), Babel (Bs. As.), Babel (Venezuela), Diario de Poesía (Bs. As.),Hispamérica (USA),entre otras. Colaboró con Nina Anghelidis en la traducción al castellano de "Votos por Odiseo", de la poeta griega Iulita Iliopulo y tradujo al castellano a John Oliver Simon (Berkeley, USA). Reside en su ciudad natal.

6 comentarios:

pdv dijo...

Mil gracias por tus palabras, Piero.
Ya te enviaré algo por correo postal.
Cariños

Paulina Vinderman

pdv dijo...

Estimado Piero: una vez más, le agradezco el envío que me hizo de su muy interesante POEMANIA, en esta oportunidad con poemas de una de las autoras argentinas que más admiro.
Vinderman es sin lugar a dudas una de las mayores poetas de las últimas generaciones, dotada de un talento fuera de lo común, original y consistente a lo largo de su ya extensa obra.
Esta posición mía respecto de su poesía es bien conocida, porque la hago pública siempre que puedo, con placer por mi parte, ya que los méritos de los autores particularmente destacados deben ser reconocidos.
Entonces, amigo Piero, lo felicito por difundir tan buena poesía como la de Paulina Vinderman.
Le envío un abrazo y mi afecto.
Cordialmente,

Luis Benítez

pdv dijo...

Gracias Piero por esas magníficas manías poéticas que me envías.
Tal vez, después de todo, el mundo tenga salvación.
Un abrazo.

Aldo Novelli (robando flores al desierto).-

pdv dijo...

¡GRACIAS Piero, por todo!
Abrazos

Paulina Vinderman

pdv dijo...

Les quiero agradecer a vos y a Mónica, que me tengan en su lista de mail y me manden mensajes que siempre me interesan.
La revista virtual es muy buena, como es el caso de la Nº 27.
Besos a ustedes y a los chicos

Ana santillan

pdv dijo...

He recibido dos números de la página literaria virtual, les agradezco el envío y les solicito continuidad en los mismos.
Manifesto interés especial por la hoja nro. 27 con poemas de Paulina Vinderman.

Agradezco sus envíos y la posibilidad de recibir las ediciones venideras.

Cordialmente.

Lía de la Merced.