POEMANÍA
la manía del poema…
Hoja literaria de aparición virtual
Nº 218/2010
“El poema debe ser persistente misterio,
animal que huye un instante
antes de caer en la trampa…”
Carlos Barbarito
Poeta invitado: RONALD BONILLA (*)
APRENDICES DEL VERANO
Tú como yo
conoces tanto del invierno,
de ese perplejo llanto que la oscuridad
enciende en soledades
de papel y de lunas.
Y a ti y a mí alguna vez
nos proclamaron infinitos,
mientras cavaban en el pecho
inesperadas sepulturas
con piedras arrancadas al silencio.
Al igual que yo tú sabes,
herida de crepúsculos,
cuánto la sombra ha de extenderse
si no la enfrentas a tu luz,
a esa luz de parques aprehendidos
más allá de la memoria,
cuando todo se hace trizas.
Como yo, has torcido las esquinas
con algo más que el corazón y la palabra,
con este incomprensible sufrimiento
que desdibuja sin adiós las madrugadas.
También te han asistido los ángeles
soplando y resoplando en tus oídos
oraciones para vencer la desolación
y sus abruptos puños de tiniebla.
Aquí ambos, sin rozarnos,
apenas sospechando,
hemos aguardado la sangre de este encuentro.
Que nada nos desate
ahora, amor,
porque tanto tú como yo,
estamos aprendiendo
los intensos advenimientos
del último verano.
AMAR TE DUELE
Amar te duele y te duelen también
mis afanes por coronarte de regocijos
a cada instante.
Y te duelen mis besos atrevidos
en la sala inclemente en que te amo,
y tu alma la concibo entonces
como bandera agujereada
por este amor que te subyuga,
que te saca del centro y te regresa
quizá a un pasado en que te amé
al borde de una muerte, un precipicio suicida,
una espada feroz contra mi pecho sangrante.
Tu lengua en mí
restaña todas las heridas,
también las que infringí
en el delirio de otras noches.
Pero ni mi boca, ni mi sed interminable
pueden vendarte
siquiera esas heridas
que pululan en frente de mis besos.
Amar te duele, y aunque grites
en el más abisal de los éxtasis mi nombre,
se cómo te duele esta palabra
que repites y repites para que suba
contigo al gozo y al dolor.
Mas déjame tratar de aliviarte
con un tiempo de pétalos sumisos,
y que extienda sobre la hierba
este corazón de palabras incendiadas
para que duermas al fin transfigurada en brisa,
satisfecha.
Pero amarme, amor,
aún te está doliendo todavía.
PULSACIONES
¿Acaso nos hicieron con esta misma sed
de incendios solos?
¿Y que fuese entonces la medida de tu boca
y sus pulsaciones igual a mis delirios,
completa de latidos circundando la noche?
¿O es que podemos prescindir
de ser uno sólo en este instante
que la eternidad nos regala, a raudales ?
¿Puedo acaso prescindir de la savia
que viaja a tus espasmos ?
Yo puedo prescindir de mi pasado,
no de tu abrazo ahora abanderándome,
cubriéndome de esta simple ternura
aún no vencida.
Hoy no puedo olvidar que digo:
Amo y te amo,
cuando el sol al desbordarse ahora me acorrala
y se deshace en lluvias:
Sí, lluevo con todo mi cuerpo ante tu cuerpo
centelleante de brisas.
No puedo creer que ya me amas y te amo,
con todas las ansias ilímites
y el perdón imposible
de esas otras palabras ya caídas,
que dije en días festivos,
festivos y terribles.
ESTA NOCHE IMPOSIBLE
Esta noche en que te sueño
voy a recordar cuando dormimos juntos,
tú envolviéndome el pecho en una cruzada
mayor que la ternura y sus signos extasiados.
Esta noche imposible de tanta lejanía
en que te tengo, mi pequeña,
letal por la distancia,
heliconia fecunda de mi sed,
boca cabal para mi llaga altiva.
Esta noche en que no muero tan sólo
porque aguardo tus entusiastas sábados
en el rincón de un delirio que no se vence
nunca, ni siempre, ni jamás, ni todavía.
Has vuelto a ser la muchacha que apenas rocé
a mis dieciocho.
La señora en sus veintisiete
que al fin me encuentra
para cuidarme ahora de tanta cicatriz
doblándote la edad.
Y yo he vuelto a ser ese muchacho
petulante que se juega la vida
en sus jornadas
para verte y amarte,
y llenarte de orgasmos insaciables.
Mañana no estaré en tu baño,
no seré anegado por tu espuma festiva,
y sin embargo,
siento todavía sobre mi pecho
tu beso y tu cabeza y una lágrima feroz
que reclama del tiempo
cuando no te sospechaba siquiera
traspasando mis orillas.
REVERSIÓN DE AMOR
Poder revertir esta historia:
ir hacia atrás por los sedimentos que el amor
incineró de prisa;
hacia atrás
que se deshaga nuestra alcoba
con un soplo a la inversa del destino,
y tu primer llanto cayendo sobre mis caricias
y las ventanas empañadas
por donde seguimos viajando
del auto a la rutina,
o a la desnudez de las noches
que ebrios transcurrimos
entre racimos extasiados.
Poder revertirlo todo,
revertir la vida.
Ser ahora el amante locuaz
de tus fines de semana,
en la mesa servida a la luz del vino tinto,
sin el estrés de los afanes
ni los participios vencidos.
Tú no me lo pediste quizá:
sólo diste el espacio
para que me asilara
en tu rincón de soledades.
Ahora estamos aprendiendo.
También los besos adheriéndose
presagian del corazón sólo los entusiasmos
y nunca su posible hartazgo.
El tiempo registra como un tenaz relojero
sus péndulos viajando por entre itinerarios,
no va hacia atrás sino por la pendiente,
hacia adelante.
No te dejes caer de mis abrazos,
sostente encima,
anclada a mis costillas,
a mi espalda,
entre mis piernas.
No te dejes caer
entre mis dardos aherrojados
con dolor sobre el abismo.
Yo ya rompí todas las cuerdas
del pasado anodino que cargaba.
Sólo déjame
- no revertir el tiempo
hacia atrás como reloj errátil -
sino revertir tus heridas
con el vendaje que mis labios
tienden sobre tu cuerpo,
amándote hasta que seamos
solamente el oleaje
de estos oráculos azules.
PEDALES DEL DESTINO
Yo también tuve un Pablo
temblando en los pedales asustados
de tanta bicicleta
haciéndose destino.
Yo también iluminé el pañuelo
con sus cristales resentidos,
y albergué los sueños de un químico o poeta,
de un pintor o comerciante
disparando metáforas, color y convicción.
Y lo vi crecer como crece tu Pablo,
mientras alguien pegaba su botón
en la camisa escolar de las mejengas.
Y ahora con sus ojos y sus ochos parpadeantes
y su baraja de monstruos indefensos,
debo jugar y establecer banderas
y ser tan amigos compartiendo
la cena de tus manos prodigiosas,
el rincón de tu cama hecha de brisas
y cuentos y dulzainas,
canciones que abrigaron los caminos,
la ternura inequívoca del bosque
al que entramos dando saltos de conejos inventados,
guarecidos de la lluvia de pronto
por un tronco vetusto y oportuno,
suavizados por tus brazos desde el musgo
que inventa tu sonrisa para el mundo.
Y tu Pablo, tan Pablo como el mío,
subiendo a mis laderas escarpadas
hallará los oasis
predispuestos del otoño,
y sus pupilas como hojas
navegando en la brisa,
para siempre abiertas, abiertas
como son los abrazos.
TRANSFIGURACIÓN EN ARCOIRIS
Verte desnuda es recordar la tierra. Federico García Lorca.
¡Cuánto de miel o de veneno
habremos de bebernos amarrados,
derribando las noches imposibles,
cabalgando alelados en la oscuridad
rutilante de la piel!
Sí, toda tú te abriste
como amapola solitaria.
Toda me levantaste de las ocres ruinas inventadas
para ser sepia en tu llanura,
para que fueras todo el color de mis cantos,
terracota lúcida, aceituna doblada
sobre el pistilo de mis orfandades,
rosicler el tobillo,
pardas lianas bajando a tus laderas,
botones engreídos, el café de tus pezones,
castaños fanales tus ojos
amando infatigables,
lapislázuli el cielo en tu risa, naranjal
del camino, azul transparencia:
soy tu lágrima nueva,
bermejo escondido bajo tus rizos negros,
ensoñación del pubis,
magenta tus labios mojados
por la brisa que sellará mi boca,
azahares tus dientes, lilas
las flores tras tus orejas de sándalo
esculpidas,
amarilla lámina de mis ansias
tu espalda cruzada por el verdor
de mis destellos,
malva tu lengua, fresa agridulce,
tierra para esta lluvia
a veces dolorosa,
nombre para este ciego violín de la alborada,
dorada cruz de tu pecho incendiando mi pecho,
llama violácea,
nombre de la luz para el buhonero del crepúsculo
que a veces soy con mi dulzaina,
mancha de mis amores…
¡Cuánto de miel o de veneno
habremos de sorber desde esta mesa
que se transfigura con los arcoiris!
CABEZA DE SED ES LA ALBORADA
A mi nieto que vendrá.
A Esteban y Sofía mirando el ultrasonido.
El Ícaro insondable que hace mutis de vuelo
ahora navega
con el ala incendiada de unos versos.
El Fénix restañando, revenar
para el amor que nos ungió de pronto,
celeridad del vértigo:
-no te derrames todavía del cáliz.
Bastión del prodigio, blasón del recuerdo,
llama para las cuerdas que nos izan,
pendiente para que nos deslicemos
hacia el júbilo.
Ven ya a pacer entre hortalizas. Bienvenido.
Afuera la garra inhóspita
no ha de rozarnos en esta esfera azul.
El árbol y su fronda de recios manatíes
también te aguarda,
y el pelícano insatisfecho
y su señal de curvilínea zaga
es apenas presencia lúdica de Dios,
de sus delfines, ángeles vibrando al unísono.
Pasos que vendrán, huellas inaudibles:
¿Oigo tocar tambores o es tu corazón?
Ahora estás recobrando este camino…
Nosotros el sentido que daremos a las flores.
¿Acaso nos oyes tropezar desde la niebla?
Pero si somos éstos cantando
con la geografía silente del verano.
Ya puedes nacer entre nosotros.
(*) Ronald Bonilla: nació en San José, Costa Rica, en 1951. Poeta, cofundador del Movimiento Trascendentalista, Coordinador del Círculo de Poetas Costarricenses, reconocido tallerista. Fue Presidente de la Asociación de Autores de Costa Rica. En 2001 ganó el Premio Nacional de Poesía "Aquileo Echeverría" en Costa Rica y ese mismo año gana en Panamá, el Premio Centroamericano "Rogelio Sinán", convocado en esa ocasión en poesía. Anteriormente, había ganado en Costa Rica el Premio Joven Creación 1977. Ha publicado, entre otros libros, "Viento adentro" (1969), "Las manos de amar" (1971), "Consignas en la piedra" (1974), "Soñar de frente" (1977), "Un día contra el asedio" (1999), "Porque el tiempo no tiene sombra" (2001), "A instancias de tu piel" (2002) y "La ciega certeza" (2005). Su obra ha sido recogida en múltiples antologías.
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