POEMANÍA
la manía del poema…
Hoja literaria de aparición virtual
Nº 208/2010
“La poesía también obliga a cruzar
fronteras y a burlar aduanas. Como el
chamán, para decirlo de una vez,
el poeta es una metáfora...”
Octavio Armand
Poeta invitado: DANIEL MASTROBERARDINO (*)
Discurso del tiempo
Tomorrow, and tomorrow, and tomorrow,
Creeps in this petty pace from day to day,
To the last syllable of recorded time…
[El día de mañana, y de mañana, y de mañana
se desliza, paso a paso, día a día,
hasta la sílaba final con que el tiempo se escribe…]
Shakespeare
1. Táctica
Otoño tan pronto manchado. Casi
un olvido de no estar –de olvidarse
un poco de lo que se va flotando.
Como siendo una parábola hecha
para incluir del limón la cáscara,
la zona agria del cítrico antes
de que medio cadáver y su cadalso
argumenten sobre el color del cielo.
2. Arcones
Un viejo esqueleto muere de risa.
Como una mochila, la palabra ayer
cuelga de sus huesos; de las febriles
hormigas, el clima; de las nativas
abejas, el tiempo. Los viejos deseos
que nos vuelven tan ajenos aparta
ahora. Antes que el pellizco aleje
el dolor de la carne, desconcierte
el sueño tardío de los pájaros.
3. Pellejos
De los huesos, las hojas caen. Corta
la oreja que sirve de musgo al sueño
que asombra una vez de tal manera
que nubes enmarañan el vacío
solo el momento en que, del verano,
resina lívida el vacío exhala.
4. Anonadamiento
Presión de sastre ejercen las tijeras.
Mandíbulas crueles, de la sustancia
del abismo hechas –desplegadas bajo
las convergencias de disentería
y reuma –esperando a que el delgado hilo
que sostiene un delicado calvario
de carne –casi un letargo del barco
en su deriva final –se anonade.
5. Umbral
Es el día último y no llueve. Otoño.
El final de los tiempos invernales.
Las estaciones no pasan de una a otra
y por eso tampoco es primavera.
Y sin embargo tan amena muerte,
tan hospitalaria como un aldeano
acostumbrado a recibir –buen huésped.
6. Siega
En las cosechas podridas, los logros
del año; y de la tierra, más abajo
del humus. El ojo no ve cómo se
pudre y se esfuma un sueño, lo que ha visto
despierto a la luz del día. El viento
alocado de la noche, no discri-
mina el bien del mal, el barro del oro,
el esfuerzo de la vagancia, el tiempo
ganado del tiempo perdido –y todo
se lo lleva tan hondo que el primer
gesto es un adiós correcto de nuestra
parte, mientras que ese gracias por todo
suena a niño amable a la hora del sueño.
7. Desperdicios
No en el contenedor de la calle
a donde va la gente de la cuadra
con sus desperdicios, sino en el tacho
de los tuyos. El solo pensamiento
digno en la pampa estéril de la mente
se pierde en el impulso de su propia
fe, una experiencia íntima y personal,
dice Bachelard respecto de Bergson,
a propósito de la duración.
La intemperie dura y empapa el pasado.
El fósil duerme en sus huesos de momia.
La cera del verano como la sal simple
de un evangelio pétreo, abre un pasaje
más límpido bajo arcos más sombríos.
No existe una terminología
específica para una palabra
ya vieja en el museo de las olas
errantes. No sabemos de Corvez
más de lo que sabemos de Heidegger,
aunque por la temporalidad hemos
alcanzado también al viejo mundo.
8. Mañana
Entonces, la mañana, prisionera
de sus dones, en su luz de verdugo
se esfuerza. Y no perece por completo.
Humea en sus contornos –en sus piedras
y mareas. Así de tersas son
sus arenas cuando, de la retina,
el viento extrae un vacío de puentes.
Todo está por nacer y luego nace
y antes de que los ruidos tributarios
del mundo penetren al alma como
un cáncer de oído, se entrega a promesas.
9. Azar
Igual que un milagro, el premio no llega.
No madura en la rama, aunque al acecho
del queso la boca del lobo. Ruega
al cielo para que el domingo riegue.
Si fue excluido de la selección
natural, nada más puede el azar.
10. Leyes
El día con sus leyes y contratos.
De una rama radiante se desprende
una alabanza –y una luz ágil da
holgura a los rasgos del caos entre
la primera y segunda hora de clase.
Quizá en la estructura del tiempo haya
anomalías. Continuo y fluyente,
a gran escala, desigual, granular,
irregular, en fases de diversos
proporciones, a escala más pequeña.
Apreciamos la lluvia cuando embiste
la ventana; pero ahora no llueve
ni hay ventana. Entonces, ¿por qué hay
menos tiempo que farsa en esta parte
del mundo –donde el sol se pone (como
un comensal que chupa el esqueleto
del pollo, antes de que una longitud
precisa defina su digestión
hasta su muerte –percibida en todo
su alcance)? Para los observadores,
las leyes del universo, las mismas.
Para la paloma de Noé,
afán y vacío cuelgan del pico.
11. Cristal
Mientras cada parte de la noche se hiela como un cristal
y cada parte se desprenda de la voz que dice: “Formo
versos desde hace tiempo, lo mismo que un tal Luce
forma proposiciones desde hace tiempo –que Jourdain
habla en prosa desde hace tiempo –que Shakespeare
es un talento enorme desde hace tiempo –que las hojas
hacen algo más que agitarse cuando el viento inspira
balbuceos robados del tiempo”. Cosas así pensamos
si tenemos suerte –si al dar doce vueltas en la cama
como un trompo –de una premisa perdida surge el sueño.
12. Ángulo
Una vez que de la ventana vemos
el ángulo crecer inexorable
decrece irreversible el de la noche
arcaica, abigarrada tierra ajena.
Omnicomprehensivo el aire, diáspora
de la distorsión sobre el nivel calmo
de la luz. Sin duda el día de hoy es frío
(a buen seguro acontece en tu alma,
sin que te des cuenta) pero ves solo
el sol que se pone, solo esa hierba
doblándose al viento; de la ciudad,
la abreviatura. Del sello ínfimo,
transeúnte, el paso muerto –efímero.
13. Bendición
El aire bendice esta Noche Buena,
deja hondas huellas de patas de perro
callejero; ladra, y el ladrido se hace
grato al oído como un fluir cálido
de canciones de coros destemplados.
Oigamos el consejo de la gente:
“Deja que el oro caiga a tus pies, pero
no lo recojas. Despoja tu cinto.
Elijamos del plátano, las hojas.
Una túnica alcanza para aislarse
en el flujo de lo que el viejo Lao Tse
sugiere: agrupa todos tus tesoros
hasta alcanzar la blandura de un niño
de pecho.” Tu deseo echa una pieza
de paño no vapuleado a un vestido
viejo, por eso el cuerpo se lleva algo
de sus huesos. Quien paga las pérdidas
en los hilos del ocaso, permite
que persistan en tu vaso de soda
destornillados símiles de toda
clase. Las pequeñas cartografías
todavía se nutren de reveses
de amor. En cualquier página abierto
el Libro: que entre el astro de Belén
–como esbozo de la mano que toca
la orla del vestido (¡basta tocarlo!).
14. Pendientes
Y como en sus pendientes el destino
es maldito, ¿qué importa lo que en él
envuelvas con papeles de Clarín?
Adentro es igual que profundo. Afuera,
como superficie. No importa cuánto
tiempo insume de tu vida; no importa
que en teoría el odio reviste armas
de guerra. De comer, de dormir todos
los días, nadie se cansa. Pascal
explica que el hambre renace como
el sueño. Si no fuera por el hambre,
dice, ¿qué motivos impulsaría
a la presa a arrojarse en la trampa?
Toda cirugía escinde del hombre
el espectro –a la sed de la tierra
ofrecido. Dada –y no de otro modo
–la crónica del cielo a los delfines
del empíreo. Quedarse en los márgenes
del invierno, dentro del aire, sin
salirse del sentido de la vida.
Por el espacio, el universo abarca
el desconcierto. Por el cristalino
influjo de la suerte, atemperado
el gesto humano de inclinarse sobre
el zurcido, inundado de sosiego.
Por el hilván contenido, el veneno
acre. Pero en su herida esta visión
desventurada de no tener más
que un ojo –pascaliano –es la inclemencia.
(*) Daniel Mastroberardino: nació en Pergamino (Buenos Aires, Argentina) en 1955. Es docente, periodista, poeta, novelista y ensayista. Se tituló en bachiller de comercio en el Instituto Comercial de Rancagua. Estudió Ciencias Sociales y Económicas en la Universidad Católica Argentina; Letras, en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Es Licenciado en Letras y Profesor de escuelas secundarias, terciarias y universitarias de Lengua y Literatura, Economía y Contabilidad. Fue integrante del Grupo Literario Pergamino durante los años 1974 a 1977. Integró las antologías “El pan de aquí”, “Soliloquio”, “Grupo literario 1975”, “Veinte poetas de Buenos Aires”, “Four Argentine Poetas”. En Poesía publicó “Autobiografía esencial” (Bs. As, 1989); “Vox clamans” (Bs. As., 1993), “Crónica de navegantes” (Premio Editorial Vinciguerra, Bs. As., 1994). En la editorial Sudamericana aparecieron “Hijo del Sol” (Bs. As., 1999) y “Barranca Yaco” (Bs. As., 2002, finalista concurso Rómulo Gallego de Venezuela). Novelas inéditas: Jan (finalista Premio Emecé de Novela 1998); Quién imaginaba cómo; Cuarenta años cautivo; Vida privada, y En el jardín de los tormentos. Poesía inédita: Discurso del tiempo; Trilogía griega; Crónica de navegantes (nuevos poemas). Ensayos inéditos: El rastro sobre la huella. Desplazamientos y desdoblamientos de la literatura. Ha recibidos más de cincuenta premios literarios por narrativa y poesía en el país y en el extranjero, y ha sido publicado en medios de argentina y otros países latinoamericanos, EEUU y Europa. Su poesía fue traducida al inglés.
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